tag:blogger.com,1999:blog-2962515000919429990.post8851284249142455832..comments2023-10-16T14:16:29.660+02:00Comments on PEQUEÑO MAR DEL SUR: Mirando a las musarañas (46) - Adviento.PopBelmondohttp://www.blogger.com/profile/15295670046338466976noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-2962515000919429990.post-61796148499868618122011-11-27T21:12:24.900+01:002011-11-27T21:12:24.900+01:00Gracias Beatriz, por su comentario sobre mi ensayo...Gracias Beatriz, por su comentario sobre mi ensayo titulado Adviento. También he escuchado y escucho misa en esa Parroquia del Sagrado Corazón, y hay confesores jóvenes y otros menos jóvenes. Y es verdad que quizás el penitente eleve el tono de su voz y ese murmullo me haga pensar que quienes aguardan el momento de confesarse puedan oír los pecados. Yo digo que me alejo para no escuchar ni tan siquiera el murmullo-Quién evita la ocasión evita el "peligro"-. Sé que la confidencialidad no se pierde por el sacerdote sino por el penitente que como Vd. dice, eleva el tono de su voz y por quienes aguardan para confesarse que no miden la distancia con el confesionario, incluso esperan turno en el mismo confesionario. Convendrá conmigo que la agudeza auditiva se va perdiendo con el paso de los años,tanto para el confesor como para el penitente. Y eso haga que se eleve el tono de voz y lo que uno puede pensar que se escucha nitidamente, es sólo un murmullo.EL QUE MIRA LAS MUSARAÑASnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2962515000919429990.post-36055422221003167752011-11-27T14:58:35.694+01:002011-11-27T14:58:35.694+01:00Debe ser que usted tiene el oido muy fino... Llevo...Debe ser que usted tiene el oido muy fino... Llevo toda la vida asistiendo los domingos a misa, y desde hace unos 10 años acudo a una parroquia de Málaga, en la plaza de San Ignacio, la Parroquia del Sagrado Corazón, donde tengo contados a siete párrocos distintos. En esa parroquia hay ocho confesionarios, cuatro en cada ala. Cada tarde, al menos cuatro, están en servicio antes de las cuatro misas diarias. El más joven de estos párrocos, que tiene una cara de simpático impresionante, siempre sonriente, y con el que me he confesado en varias ocasiones, llegando a llorar de felicidad, no tendrá menos de los sesenta años. De ahí para abajo, al más mayor puedo calcularle los noventa bien cumplidos sin temor a equivocarme. Cuando él celebra la misa, hay que afinar muy bien el oído, porque habla bajito, es verdad, pero jamás, jamás, he oído con claridad los pecados de nadie. Quizá alguna vez un murmullo. Pero cuando eso ocurre, tonta de mí, siempre he pensado que el cometía el "fallo" era el que contaba sus pecados, que no tenía reparos en alzar la voz en un momento tan íntimo como ese, igual que la señora que grita cuando canta, o el señor que lo hace cuando reza el credo.Beatriz.noreply@blogger.com