Pero hay tiempo para todo. Para sentir el viento frío en el rostro, para ver una expo con retratos especialmente intensos pintados por una mujer de apacible apariencia, visitar a un amigo tras una barra vestido con la camiseta del Real Madrid y por último ver como las calles estaban vacías, con miles de personas pendientes de 22 tipos corriendo detrás de una pelota. Yo también.
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