La rata
Lo descubrí una noche en que estaba leyendo un texto y encontré la palabra errata mutilada. Ahí estaba escondido el maldito roedor de palabras, el responsable de minar mis escritos con errores incomprensibles. Gustaba de todas las letras, pero se ensañaba especialmente con aquellas en las que, como en un espejo, se sentía reflejado, por ejemplo, rataplán, catarata o perorata.
El descubrimiento me mosqueó y decidí tenderle unas trampas. A la mañana siguiente, apenas me levanté, fui a comprobar si el roedor había caído en ellas, pero me encontré con que, en lugar de haber picado mi cebo, se había dado un festín con todas las palabras de combinación roedora, dejando maratón en “ma”, tratar en “tr”, abarata en “aba”, grata en “g” y así todo, hasta volver el texto surrealista.
Reconociendo su maestría literaria, retiré las trampas y me olvidé de las er...
Por Marisol Calvelo
No me gusta.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo!!!!!
ResponderEliminarY me ha gustado tanto porque me parece no sólo original e imaginativo sino porque está increíblemente bien escrito. Dominio total de la palabra y de los tiempos.
ResponderEliminar¡Anda ya!
ResponderEliminarQué bien argumentas, Pablo. Con gente como tú da gusto
ResponderEliminarCoincido con Atir, creo que es un buen relato, me gusta.
ResponderEliminarPero no nos compliquemos inútilmente la vida: en cuestión de gustos no hay, ni debe haber, nada escrito.
Salud y saludos
Nekovidal
Considero este relato, ingenioso y divertido. Llenar unas hojas en blanco, no es tarea fácil, claro está con contenido y coherencia.
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