El autor de "El Gran Gastby" tras los "rugientes" años 20 vio su luz apagarse. Escuchó los cantos de sirena de Hollywood y con su prestigio literario como mejor aval escribió guiones. No tuvo la misma suerte. Pese a su buena consideración se fustigó con el alter ego de Pat Hobby, una colección de casi veinte relatos. El protagonista es un guionista que vivió los años dorados del cine mudo y que a finales de la década de los 30 busca patético aparecer en los créditos de una película. Es un personaje arribista, embustero, ladrón de ideas ajenas, sin familia, sin pareja, a punto de cumplir los cincuenta. Si en su novelas el estudio psicológico de los personajes es fino, en estos cuentos es de trazo grueso, más propio de una comedia agridulce de situación que de un melodrama de altos vuelos. Pero en esos relatos hay un ajuste de cuentas hacia un territorio que no supo entender su talento ni el adaptarse a los mecanismos industriales del cine. Scott Fitzgerald escribió "enséñame un héroe y te escribiré una tragedia". Su personaje no es un héroe y difícilmente llegaría al tercer acto con una pizca de dignidad. Y el Golden Boy sirvió de inspiración para la maravillosa y triste, muy triste "El desencantado" de Budd Schulberg.