En unos pocos días la plataforma HBO inicia la emisión de la miniserie "La conjura contra América". Detrás de esta producción se encuentra uno de los grandes creadores de la Historia de la Televisión. A sus espaldas tiene obras como "The wire", "Treme", The Deuce", "Generation Kill" entre otras. Si esto no es suficiente aliciente se trata de una adaptación de la novela homónima de Philip Roth, escritor norteamericano que estuvo durante muchos años entre los candidatos a llevarse el Nobel de Literatura.
El autor de "Pastoral Americana" nos planteó en 2004, durante el gobierno de George W. Bush, la ucronía del ascenso al poder del filonazi Charles Lindbergh en los inicios de la II Guerra Mundial. Nos narra una realidad alternativa totalmente creíble, en cierto modo ya la vivimos con Ronald Reagan. Una figura mediática, el héroe del Espíritu de San Luis, el piloto del primer vuelo transatlántico, vence en las elecciones a Franklin D. Roosevelt, presidente que con dos mandatos había logrado superar la Gran Depresión con el plan político socialdemócrata del New Deal. Con la sombra del fascismo creciendo en Europa con Hitler, Mussolini y Franco, Lindbergh ofrece el no intervencionismo de Estados Unidos en el conflicto bélico. Y vence. Y lo hace también manifestando un apoyo nada disimulado al nazismo.
Todo esto es narrado a través de los ojos de un niño de Newark, ciudad de New Jersey con una amplia población judía. Este niño se llama Philip y se apellida Roth. Desde su mirada infantil observa cómo su padre intenta mantener la fe en el sistema, pese a que el antisemitismo se ve reforzado día a día por un mensaje que blanquea sus intenciones. El miedo y la violencia se va adueñando de la comunidad. Las relaciones familiares se resquebrajan, los lazos comunitarios apenas se mantienen fuertes. ¿Son paranoias de los siempre perseguidos en un Estado que se dice de sí mismo el Centinela de la Libertad? Madres, padres e hijos ponen en tela de juicio sus raíces. Líderes sirven a intereses oscuros o tienen visiones ingenuas. Los acontecimientos se van sucediendo con una naturalidad pasmosa, con unos personajes que apenas pueden entender su por qué, que ofrecen resistencia desde la unidad familiar.
La emoción se va apoderando del lector. Las pequeñas historias y las víctimas anónimas de la Gran Historia nos pellizcan el corazón. Egoísmos y solidaridad, madres que están en su segundo plano se convierten en pilares decisivos para que la vida fluya pese a todo. Philip Roth en una novela que en algún momento pierde el foco, que sin embargo recupera a lo grande en su tramo final nos propone a través de esta ucronía, esta fantasía histórica un relato de cómo la Historia pende de un hilo en ocasiones fínisimo y que los totalitarismos están siempre agazapados esperando su oportunidad, no solo en la ficción.