lunes, 3 de agosto de 2020

Relatos de los días intrusos (IX) - Comentarios sin importancia.

Ahí están los vecinos con sus rutinas. Unos cuelgan la colada. Ya conozco el intervalo de muda de la camiseta de la selección. También los tiempos de ejercicios para moldear cuerpos fofos. Escucho discusiones que no entiendo, pese a poner la oreja. No me concentro, ni para leer la montaña de libros que esperaban esta situación ni para reducir la lista de series y películas. Me aburren.
Navego por webs y redes sociales donde veo espumarajos ególatras, reflexiones sesudas en todos los sentidos, autorretratos frívolos, conciertos de músicos que solo conocen sus madres, relatos pueriles, toda una fauna que necesita un cuervo que les saque los ojos. Ese será mi seudónimo en redes sociales, El Cuervo.





Escribo mensajes en periódicos de distinto perfil político. Son punzantes, a la contra de sus posturas editoriales, argumentados con informaciones de otros medios. Busco agitar el avispero. Enseguida me insultan lectores afines. Exigen mi bloqueo. Me siento más vivo que nunca. He logrado llamar su atención tras la máscara. Salto a los perfiles de la clase dirigente nacional. No niego un placer sádico poniendo de relieve sus contradicciones y errores. Qué me gusta la frase “tanto unos como otros”. Me rastrean. Capturan mis comentarios para desautorizarlos, pero de igual forma para compartirlos como argumento a favor. En mayúscula piden que no se alimente al troll. Imposible, pican el anzuelo.
Me divierto, más cuando participo en debates cercanos a mí, a mi ciudad, a mi barrio, a personas que conozco, con las que converso. Leer sus reacciones activan sustancias que la ciencia investiga, casi todas terminadas en –ina: dopamina, oxitocina, serotonina y mucha adrenalina.
Amistades y familiares me mandan muy contrariados mensajes por las opiniones de El Cuervo. Los pone contra la espada y la pared. Les ofrece un espejo deformado en el que no se reconocen. No sospechan de mí porque El Cuervo también me replica. Me enfrenta a lo que soy, expone inmisericorde mis miserias. Estoy a punto de bloquearlo, pero quién me va a contar las verdades.