¿Cómo eran los niños de los siglos XVIII y XIX? ¿Había infancia?
Había niños, eso está claro, pero, ¿alguno de ellos vivió una infancia? A tenor
de los cuentos que escribieron Hans Christian Andersen, Charles Perrault y los
hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, no. Parece que el objetivo de estas narraciones no era ayudar
a los peques a dormir tranquilos y tener felices sueños, sino ir enseñándoles
de qué iba a ir su vida. Así que estos autores no se ahorraron ni un detalle e
incluyeron en sus historias un catálogo preciso de todo el horror que uno puede
encontrarse. Sin censura. Aún faltaba mucho para la Declaración Universal de
los Derechos Humanos y específicamente para la de los derechos del niño, y
posiblemente estos cuentos ayudaron a hacerles crecer más rápido, más
despiertos, más recelosos. Siglos después apareció Disney, y no es que
suavizara estas historias clásicas, es que les ha dado la vuelta como a un
calcetín. Sangre, asesinatos, violaciones, incesto. Todo esto podemos encontrar.
Aquí les dejo una selección de cuentos infantiles para mayores de 18 años.
Ilustración extraída de aquí.
Cenicienta, cuento favorito de casi todas las niñas (qué daño
hace, por otra parte) se lo debemos a los hermanos Grimm: Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859). Los orígenes
de la adorable Cenicienta no fueron tan adorables en su versión original. Toda
la crueldad que la pobre Cenicienta tuvo que sufrir a manos de su dominante
madrastra no fue del todo inmerecida: la siniestra Cenicienta consigue asesinar
a su primera madrastra para que su padre se case con el ama de llaves. Supongo
que Cenicienta no contaba con que las seis hijas de la ama de llaves se mudaran
a la casa o con la interminable lista de deberes que eso
implicaba. Lección que nos enseña el cuento: Más vale malo conocido que
bueno por conocer.
Hansel
y Gretel (Grimm): Este
cuento de hadas comienza casi igual que el que conocemos todos: Una pareja de
hermanos se pierde en el bosque y llegan a una casa donde quedan atrapados en
jaulas: van a ser cebados para ser comidos. Pero en esta versión no es una
bruja malvada la que captura a los niños, sino el mismísimo Diablo y su esposa.
El Diablo fabrica un caballete aserrado para que el niño pequeño sangre hasta
morir y se va a dar un paseo, diciéndole a la niña que ponga a su hermano en el
caballete aserrado antes de que vuelva. Los pequeños se hacen los confundidos y
le piden a la esposa del Diablo que les muestre como deberían poner al niño en
el caballete aserrado. Cuando ella les enseña cómo, ellos la amarran y le
cortan la garganta. Luego se roban todo el dinero del Diablo y se escapan en su
carruaje. El Diablo los persigue tras descubrir lo que los niños habían hecho,
pero muere en el proceso. Lección que enseña el cuento: En defensa propia vale
lo que sea.
Blancanieves: Al final de la versión original, escrita cómo no, por los
hermanos Grimm, la perversa reina es fatalmente castigada por intentar asesinar
a Blancanieves. El método que usaron para castigarla fue de lo más innovador:
La malvada reina fue obligada a bailar usando un par de zapatos de hierro al
rojo vivo hasta que cayera muerta. Lección del cuento... Por lo menos
tiene dos. Para Blancanieves: No te fíes de desconocidos, y menos si traen
regalos. Para la madrastra: Aprende a envejecer con dignidad.
La Sirenita: Seguramente están familiarizados con la versión de Disney
de la historia de la sirenita, en la que Ariel sale del agua para casarse con
el hombre de sus sueños gracias a la ayuda de su amigo, el cangrejo Sebastián y
pese a las trampas de la malvada bruja del mar. En el cuento original de Hans
Christian Andersen, sin embargo, la protagonista solo puede pisar tierra para
estar con el apuesto príncipe si acepta beber una poción que la hará sentir
todo el tiempo como si caminara sobre cuchillos. Enamorada como está, ella bebe
la poción. Tal vez crean que este acto de amor verdadero sería suficiente para
que nuestra protagonista se casara con su príncipe y vivieran felices para
siempre, pero no. El príncipe se casará con otra, y la pequeña sirena, rota de
dolor, se verá en una encrucijada: podrá volver al mar, pero para ello deberá
matar al príncipe o podrá dejar vivir a su príncipe, pero entonces ella deberá
morir convirtiéndose en espuma. Lección del cuento: es terrible el despertar de
los sueños imposibles.
En Caperucita Roja, Perrault, no nos regala un final
feliz. En el cuento original, el lobo se come a la abuelita y a
Caperucita sin que aparezca ningún leñador para salvarlas: "Abuelita, ¡qué
dientes más grandes tienes! "Son para comerte". Y diciendo estas
palabras, el malvado lobo se arrojó sobre Caperucita y se la comió. FIN.
Perrault quiso dejarle claro a las niñas qué consecuencia terrible tiene
dejarse engañar por un lobo (y no hay que engañarse a una misma: si tiene
orejas de lobo, aliento de lobo y dientes de lobo, es un lobo. Y eso se nota,
por muy disfrazado que llegue).
Y llegamos al número uno de los cuentos clásicos gore: La Bella
Durmiente. La primera versión data de 1636 y corre a cargo de Giambattista
Basile, bajo el título de "Sol, Luna y Talía". Talía es la hija de un
gran rey. Sabios y astrólogos advierten al rey de que su hija corre el riesgo
de morir por una astilla envenenada oculta entre el lino. El rey prohibirá la
entrada de lino en su palacio oculto en el bosque, pero su hija encontrará una
rueca, se clavará una astilla y caerá en un profundo sueño... Hasta aquí, todo
normal. Es a partir de este momento cuando la cosa cambia: un noble que suele
cazar en el bosque llega al palacio encantado, encuentra a nuestra princesa,
queda prendado de su belleza, intenta despertarla, no puede, la besa, la pobre
sigue sin despertarse y ya, viendo que no había forma, "mantiene
relaciones sexuales" con ella. Nueve meses después nacen gemelos: Sol y
Luna. Un día, uno de los niños, mientras intenta mamar del pecho de su madre,
chupa accidentalmente del dedo y le extrae la astilla, despertando a nuestra
princesa. Pasa el tiempo y el joven príncipe, recordado a nuestra Talía, decide
darse otra vuelta por palacio y cuál es su sorpresa cuando la encuentra
despierta y con dos niños. El noble reconoce a sus hijos, le explica a Talía lo
que ha pasado y ella decide seguir con él. Tras una semana de amor
apasionado y total, el príncipe se va. Lo que no le dice a Talía es que se va a
su casa, con su esposa. Ahora viene otra parte buena, buena: El príncipe habla
en sueños. Su mujer se entera así de toda la historia y se coge tal rebote que
manda al cocinero de palacio a que secuestre a los bastardos, los degüelle y
prepare un estofado con su carne. A Talía se conforma con quemarla viva. La
esposa explica a su marido que ha quemado viva a Talía y que durante la comida
se ha comido a sus hijos. En ese instante, el noble ordena que su esposa y el
cocinero sean quemados también en la hoguera. Sin embargo, Talía no llega a
morir y el cocinero explica que ha sido incapaz de hacer daño a los niños y los
ha sustituido por carne de cabra. El príncipe y Talía se casan y el cocinero
asciende a tesorero real. La enseñanza de este cuento he de confesar que se me
escapa.
Por Rita Sánchez.
2 comentarios:
Rita, seguramente todos los que te hayan leído, que serán muchos, habrán exclamado ¡Estos no son mis cuentos!. Pero bueno, es aprender cada día cosas nuevas.
No nos hacemos una idea real del daño que la Disney le hace a los niños, pero todavia es peor en los preadolescentes.
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