Todavía estamos en el ecuador de la fiestas de Navidad. Nos quedan Fin de Año y los Reyes, que hacen que nuestras fiestas se alarguen en el tiempo, comparándolas con los países de nuestro entorno. Y todo es fugaz, pasa rápido. Quienes mejor pueden hablar de lo fugaz son las abuelas, nuestras madres y nuestras santas esposas. Todos los años los mismos comentarios: ¡Tantos días de preparación para que todo pase en un momento! Desde primeros de noviembre empiezan las amas de casa a preparar la cena de Nochebuena. Siguen los consejos de la Asociación de Consumidores de qué conviene, sabiendo lo que vamos a poner en la mesa esa noche, comprar antes y congelar, para evitar las aglomeraciones de última hora y la subida de los precios. Luego vendrán otras visitas al mercado o centros comerciales para comprar lo que como todos los años se nos ha olvidado. Y por último, las horas de elaboración, preparación y presentación en la mesa, de lo que con tanta antelación habían comprado.
Y otra vez lo fugaz se hace presente ¡Tanta dedicación para que todo haya pasado en un momento! Sin embargo, en nuestra memoria vivirán los recuerdos de tantas cosas fugaces en el tiempo. Así es la vida. Mañana Nochebuena.
Por Ricardo Bajo León