Escribiendo en pasado. Era Noviembre, domingo. El día invitaba a todo lo contrario que se nos recomienda a los mayores de salir, caminar y total desprecio al sillón. La mañana se presentó lluviosa y con vientos fuertes que dificultaban el protegerse bajo un paraguas.
Ante ese panorama lo que me esperaba era el calor y sosiego de la casa, dar cuenta de un buen desayuno mediterráneo, leer las noticias para estar informado, crearte tu propia opinión con lo leído, escuchar la lluvia tras los cristales y el movimiento de la persiana por el viento y a su vez deleitarte con una música de fondo suave, para hacer hora para el almuerzo, que fue, como dice el cocinero, contundente, regado con una copa de tinto. Después ayudar a aligerar la mesa, para acercarnos a una sobremesa televisiva al calor de las faldas de la mesa de camilla. Siguieron la lluvia, el viento y el frío, cumpliéndose las predicciones del servicio de meteorología, por lo tanto más música, lectura y la merienda, con un café bien caliente para entonar el cuerpo.
Y como remate a ese desapacible día, en cuanto al tiempo, lo que siempre dan en llamar el partido del siglo. No sé, ya he perdido la cuenta de tantos acontecimientos del siglo, el Barsa-Real Madrid. La cena, suave y digestiva por aquello del estado de ánimo por el resultado. Ganó el Barsa y también se cumplieron los pronósticos.
Por Ricardo Bajo León.
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