jueves, 31 de enero de 2013

En los libros todos amamos la lucha contra el tirano.


Henry James dijo: "No basta con maldecir la oscuridad, debemos prender una luz". Levantarse, decir no y enfrentarse al tirano va a ser hasta el fin de los tiempos la batalla definitiva. La del individuo frente al poder. La del orgullo de uno frente a la maquinaria omnipotente. Los grandes personajes que han levantado la cabeza y la han movido de derecha a izquierda una  y otra vez han solido recibir a cambio incomprensión, dolor, y, generalmente, muerte. Pero ha sido su luminoso ejemplo el que ha conseguido que otros entendieran que frente al tirano solo cabe el combate. Y que es la única lucha que merece la pena.

La muerte de Antígona es el tema de una las más famosas tragedias de Sófocles. Desde el año 440 a.C hasta hoy, cientos de Antígonas han sido escritas, y miles han sido interpretadas a partir de la magistral obra del inmortal Sófocles. Antigona es hija de Edipo y de Yocasta. Fue ella quien acompañó a su padre en el exilio hasta su muerte y ella y solo ella la que, en contra de las órdenes de Creonte, rey de Tebas, dio sepultura a su hermano Polínices, muerto en batalla contra su propio hermano Etéocles. Ante semejante desobediencia, Creonte la condena a ser enterrada viva, pero Antígona se anticipará al tirano, se revelará de la única manera que puede: con el suicidio. Hemón, su prometido e hijo de Creonte, también se dio muerte junto a su tumba, confirmándose así el funesto destino del clan Layo, de la familia de Creonte y de la ciudad de Tebas. Antígona es el más alto y mejor exponente literario de la lucha del individuo contra el poder.

¿Qué hacer ante un gobierno totalitario que controla todos y cada uno de los movimientos de sus ciudadanos y castiga incluso a aquellos que delinquen con el pensamiento? Pues lo que hizo Winston Smith: Rebelarse, siendo además plenamente consciente de las terribles consecuencias que puede acarrearle la disidencia. Nuestro héroe se unirá a la ambigua Hermandad, por mediación del líder O'Brien. Poco a poco, sin embargo, Winston va comprendiendo que ni la Hermandad ni O'Brien son lo que aparentan, y que la rebelión quizá sea un objetivo inalcanzable. Magnífico análisis del poder y de las relaciones y dependencias que crea en los individuos, 1984, de George Orwell, es una de las novelas más desasosegantes del siglo XX.

Jean Louise Finch, más conocida como Scout, evoca un momento del final de su niñez en Alabama cuando su padre, Atticus, decide defender ante los tribunales a un hombre negro acusado de violar y matar a una mujer blanca. La masa aparece en esta novela como el peor de los tiranos. Aquí están la ignorancia, la crueldad, el racismo,  la violencia que nace desde el más hondo complejo de inferioridad y crece, y se desarrolla como un tumor hediondo imposible de extirpar. A esto es a lo que se enfrenta nuestro héroe ¿Es, por tanto, Atticus Finch el personaje más honorable de la historia de la literatura? Entre los cinco primeros está, sin duda. Matar a un Ruiseñor es la inmortal primera y (de momento ) única novela de Harper Lee. Esta señora no ha necesitado más que un libro para dejarlo todo dicho. Muy grande. Muy sabia. 

Por Rita Sánchez.

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