Llegamos andando por calle Ollerías al Centro Cultural Provincial María Victoria Atencia. Días atrás habíamos sacado las entradas para asistir al concierto de Paula Marfil. Teníamos especial interés en ver en directo a esta cantante malagueña, emigrada en los últimos tiempos a Miami buscando su destino musical. Por mil razones distintas no la había disfrutado en pretéritos proyectos como Roby Robot, Model Monroe o vocalista acompañante de Javier Ojeda. Pero por fin se había presentado la ocasión ya en su última actuación en vivo dentro de una gira por escenarios malagueños. Y también el momento de un reencuentro familiar.
Frente a la entrada del recinto estaba alguien que de forma directa ha influido en los gustos culturales tanto de Paula Marfil como los míos. En un primer momento no nos vio en charla con unos jóvenes. Pero se giró a mi llamado de "¡hey, tito!" Se giró y mi tío Eduardo Gaviño nos reconoció. Con una amplísima sonrisa nos dio un fuerte y cariñoso abrazo. Y enseguida nos pusimos a charlar de música, alrededor de la que hace su hija y mi prima Paula, y de nuestros grupos favoritos, tal y como hacíamos décadas atrás cuando visitaba a mis abuelos y me colaba en su habitación. Allí encontraba los vinilos de Patti Smith, Elvis Costello, Kitaro, Rolling Stones, entre otros. También me esperaban los fascículos coleccionables de la Historia del Rock que publicó el periódico El País. Perdí la cuenta de las veces que lo leí. Allí de la mano de los textos coordinados por Diego A. Manrique conocí grupos, músicos y tendencias que hasta entonces eran desconocidos para mí.
Aquí su último videoclip donde forma dúo con Javier Ojeda (Danza Invisible).
Los teloneros Evildog.