lunes, 13 de enero de 2020

Lecturas en el rebalaje - "Paloma solitaria" de Larry McMurtry.

¿Pueden saltar unas lágrimas de emoción leyendo una novela del oeste? Para muchos esta literatura tiene su principal referente en Marcial Lafuente Estefanía, Silver Kane (seudónimo de Francisco González Ledesma) y otros estajanovistas de la ficción popular. Durante varias décadas fueron fuente de diversión al alcance de todo el mundo, publicada en pequeñas novelitas con papel muy barato con portadas dibujadas y títulos impactantes. Pero también en las praderas inexploradas, en los saloon, en la lucha por conquistar y no ser conquistada la última frontera, en guerras fraticidas, podemos encontrar grandes novelas. Exponentes de escritores que vuelan alto los tenemos entre otros en Cormarc McCarthy con su trilogía de la frontera y "Meridiano de sangre", Oakley Hall y la maravillosa "Warlock", o en colecciones editoriales como la que dedica Valdemar al género. Y otro ejemplo de maravillosa escritura es "Paloma Solitaria, premio Pulitzer en 1986.




Conocí el nombre de Larry McMurtry a través del guionista y director Taylor Sheridan. El universo del cineasta, fronterizo, violento, pero con sus códigos morales de honor, amistad, profesionales volcados en su trabajo reflejado en la saga "Sicario" y en los notables neo western "Comanchería" y "Wind River", conectaba con algunas de mis querencias en la ficción de entretenimiento. Y tirando del hilo de sus influencias reconocidas se encuentra el escritor norteamericano Larry McMurtry. Así que investigué sobre su obra y sorpresa, es el responsable la novela en la que se basa una de mis películas favoritas del Nuevo Hollywood de los 70, "The last picture show" de Peter Bogdanovich. Aquel relato crepuscular sobre unos chavales despidiéndose de su adolescencia y del último cine de una ciudad tejana me servía como perfecto aval para buscar esa novela que se reseñaba como una de las grandes epopeyas de la conquista del oeste. Y no es equivocada dicha aseveración.

Dos veteranos rangers, Woodrow Call y Augustus McCrae, capitanes de las milicias voluntarias que mantenían el orden (algunas veces saltándose la ley) a sangre y fuego en la frontera tejana con México, viven sin grandes sobresaltos en su rancho cerca de la población Lonesome Dove. Junto a ellos una variopinta cuadrilla en la que sobresale un chiquillo, Newt, hijo de una prostituta que estuvo enamorada del capitán Call. Pero la tranquilidad se rompe cuando un antiguo camarada, tahur en continua búsqueda de ventaja, les encandila con la posibilidad de hacerse ricos y vivir nuevas aventuras al norte, muy al norte, en Montana,  a donde trasladar por primera vez un gran número de cabezas de ganado. Y los dos rangers, incapaces por distintas razones de mantener por mucho tiempo las riendas del caballo atadas deciden probar suerte. Así se inicia el relato de una odisea en la que un grupo de hombres de distintos orígenes se unen en un viaje incierto y para algunos iniciático. Odisea porque en esta aventura hay ecos de Ulises, siempre errante, inquieto ante la perspectiva de plantar un hogar. La narración intercala pasajes de gran belleza, de inmersión en la naturaleza, que no por majestuosa es menos violenta. Y los hombres también aportan su violencia atávica, entre ellos y hacia las mujeres que deciden también lanzarse a la aventura.

En "Paloma Solitaria" nos encontramos ecos del mejor western clásico, el de Howard Hawks, Anthony Mann y John Ford a contemporáneos como los Hermanos Coen. Que los winchester disparando no nos distraigan, que los cuatreros colgando de la soga no nos confundan, en las más de 800 páginas de esta novela hay gran literatura, esa que nos muestra al ser humano en la búsqueda de algo desconocido como es el lugar donde colocar una silla, escribir el nombre de tu rancho con latinajos y mirar el atardecer.