Cuando nos acercamos de manera repetida a la obra de un autor las constantes de su universo literario afloran. En los últimos años una escritora que me ha atrapado es la argentina Mariana Enríquez. Sus colecciones de relatos fueron el portal para entrar y posteriormente perderme en sus habitaciones, salones y cámaras laberínticas. En "Las cosas que perdimos en el fuego" y "Los peligros de dormir en la cama", ya comentados en anteriores entradas del blog, se suceden historias de casas inquietantes, de lazos familiares que nos atan sin remedio, desaparaciones sin explicación, grietas en la realidad por donde se cuelan resonancias del pasado totalitario. Resuenan los ecos del Cortazar sobrenatural y terrorífico, por relación transitiva la presencia seminal de Edgard Allan Poe. En las páginas de Enríquez estamos ante un "realismo terrorífico" que se amplifica y concreta en su novela compendio "Nuestra parte de noche".
En ella seguimos en los primeros capítulos la huída de Juan y Gaspar, padre e hijo, de la influencia de una poderosa secta que necesita de mediums para comunicarse con el Mal, La Oscuridad. La responsabilidad paterna se tambalea frente a la tentación de poder oscuro. La escritora nos conduce por distintos periodos históricos para mostrarnos las raíces sociales y ecómicas de la secta, sus redes internacionales, sus efectos, la vampirización de las clases sociales más desfavorecidas, la fuga de sus miembros fuera del alcance y su castigo. Hay momentos de lectura en los que el ritmo parece hundirse en tierras movidizas, pero en su segunda mitad repunta. La Oscuridad acecha, sus acólitos mueven los hilos para perpetuarse, incluso devorando como Saturno a sus retoños. ¿Cómo encerrar el Mal? Leed este novelón de Mariana Enríquez, algunas claves nos da en la literatura alegórica de "Nuestra parte de noche".