Cuarto mandamiento: Honrarás a tu madre y a tu padre. No sé si el autor valenciano de cómics Paco Roca ha tenido en cuenta este precepto de las tablas de Moisés, pero en el díptico editado por Astiberri "La casa" (2015) y "Regreso al Edén" (2020) rinde homenaje a sus padres, a su memoria familiar, que trasciende del ámbito de lo personal para ser un retrato de nuestras familias y sus lazos. Si en la primera novela gráfica el autor vive el duelo por la muerte de su progenitor a través de la casa de veraneo y los recuerdos ligados a ella, en la publicada a finales de 2020, en plena pandemia, una fotografía de su familia materna es la chispa de la narración. Un tesoro sentimental de su madre que sirve para indagar en la historia de su familia, que es la historia de toda una generación de mujeres que vieron sus sueños sometidos por la España castradora, gris y miserable de la Posguerra.
El genio de Paco Roca es huir del tremendismo, del panfleto, del sentimentalismo, pero nunca de señalar con el trazo emocionante de sus viñetas cómo el Franquismo y su aparato ideológico, legitimado por la Iglesia Católica como correa de transmisión, sometió a personas como su madre. Lo que podría llenarnos de revanchismo nos provoca una honda emoción, de admiración por esas madres y abuelas, que de forma callada, agarradas a recuerdos, anhelos, encadenadas a renuncias, pero con un sentido del sacrificio en pos de sus seres queridos, han sacado adelante a sus familias. Ahí está su maestría.En el aspecto gráfico el dominio narrativo de Paco Roca es absoluto. El trabajo de ambientación es magistral. En esta ocasión la gama de color es apagada, sepias y verdes. Solo una explosión de color que coincide con una explosión emocional representada por un volcán. No es un dibujo que acuda al realismo, ni su narrativa secuencial se apoye en el cine, sino que utiliza el lenguaje propio del noveno arte. El recurso de la narración circular plasmado como una haz de luz que cobra vida y se apaga al final y comienzo del cómic eriza la piel. Entre medias, memoria y recuerdos que se desvanecerán. Qué maravilla cómo se cuenta en esta novela gráfica el punto de fuga de la imaginación, de un hecho que casi es ya ficción de tanto contarlo.
Un beneficio colateral de leer "Regreso al Edén": sentarme en el salón de casa de mis padres y comenzar a preguntarle a mi madre por sus recuerdos de infancia y adolescencia. El hilo de la memoria nos llevó por caminos desconocidos.