sábado, 29 de mayo de 2021

Lecturas en el rebalaje - "Ventiladores Clyde", de Seth.

 Adentrarse en el mundo de la narrativa gráfica del autor de cómics Seth es hacerlo en un espacio entre viñetas bitono donde el tiempo está detenido en la nebulosa de la nostalgia por los objetos, paisajes y edificios de un pasado que no tiene por qué ser mejor, pero sí único. "Ventiladores Clyde", que edita con gran mimo Salamandra Graphics en un volumen que ya de por sí lo convierte en un objeto de culto, es una monumental novela en imágenes, tal y como reza en su portada. Casi veinte años han transcurrido desde la publicación del primer volumen hasta que por fin, poco antes de la pandemia, llegó a las librería la historia de los hermanos Clyde y su empresa de ventiladores. 

 Seth, que en sí mismo es un personaje que se ha dibujado como protagonista de algunas de sus epopeyas minimalistas, recorre con su trazo heredero de dibujantes de los años 30 a los 50 la existencia de dos hermanos, Simon y Abe, unidos a la empresa familiar, pero separados sus filosofías vitales antagónicas. Simon replegado en sí mismo, parco en palabras, sólo está interesado en coleccionar postales con motivos agrícolas. Abe, expansivo, bronco, egoísta, comparte a lo largo de las páginas consejos de cómo ser un buen comercial en la venta de ventiladores. 

La narración va dando saltos en el tiempo, desde la decandencia empresarial y la física de los personajes, solitarios ya solo acompañados por los recuerdos de un esplendor efímero. Seguimos a los protagonistas durante distintas décadas, incapaces de acercarse el uno al otro. Seth alterna momentos de monólogos con silencios de los paisajes urbanos y campestres, con especial cariño a objetos que son y han sido testigos de determinados momentos de las vidas de Abe y Simon. 

El autor reflexiona sobre la incapacidad de encontrar en sintonía el tiempo y el espacio idílicos. Sus protagonistas no encajan, desde la debilidad de Simon y la misantropía de Abe. El viaje por las viñetas de "Ventiladores Clyde" deja huella, deja preguntas que tocará resolver cuando se cierran sus duras cubiertas, se guarda en su cuidada caja y vuelve a la estanterías.