La pandemia nos mostró el valor del sector primario, visibilizó el proceso por el cual los alimentos siguen llegando a nuestra mesa.
Vivo en una población que tiene la palabra "turismo" como casi único eje vital, económico y social, pero en la que hasta hace un pestañeo la agricultura era el principal motor económico. En la actualidad apenas leo y veo ninguna referencia al campo en las noticias locales. Sin embargo, este territorio tiene fama de ser muy fértil. En él se han cultivado a lo largo de los siglos, entre otras, el árbol de la morera, la caña de azúcar, las patatas y batatas, las fresas y en la actualidad los frutos subtropicales. Se mantiene la cooperativa Coamar en Maro que exporta productos de invernaderos muy apreciados.
Confieso que soy urbanita, hombre ajeno al durísimo trabajo del campo, un tipo pegado a las pantallas, pero desde hace un tiempo me ha resultado mágico seguir el proceso de cultivo de una parcela casi colindante a la carretera N-340. En mis caminatas para controlar los achaques que aparecen con la edad he ido viendo la evolución de un campo abandonado hasta el momento de la cosecha. Ahí trabajan Fredy y Valeriana, llegados desde Bolivia, doblando el espinazo, cuidando la plantación de calabacines, de la semilla a la flor y finalmente a la hortaliza. Qué maravilla de manjar en estos días una crema de calabacines bien caliente.
Estas fotografías no harán justicia a las muchas horas y horas de trabajo, a la incertidumbre, a mirar al cielo, a pensar en el mercado, en los precios de venta, en si el esfuerzo será recompensado, pero al menos permite recordar que aún están ahí.
Calendario de fotografías:
1.- 19-10-2022
2.- 20-10-2022
3.- 07-11-2022
4.- 30-11-2022
5.- 13-12-202
6.- 24-12-2022
7.- 03-01-2023
8.- 05-01-2023
9.- 13-01-2023
10.- 18-01-2023