Hay frases que te dejan con el ánimo planchado, y si además provienen de quien provienen, mucho más. Albert Eistein, dijo que "la memoria es la inteligencia de los torpes". Claro está que a quien tiene buena memoria no le parece bien esa aseveración del famoso científico alemán. Y más cuando en estos tiempos estamos a vueltas con tantas memorias, incluida la nuestra por aquello del Alzheimer, que también era un investigador y médico alemán.
Se dice "¡Ay de aquellos pueblos que no tienen memoria!" Debemos de saber de dónde venimos y quiénes somos. Para ello echaremos mano a la memoria, para no repetir los mismos errores. A diario memorizamos y se nos recomienda ejercitarnos en el uso de la memoria, con juegos y actividades que nos lleven a tener la mente en funcionamiento. En la niñez, y me refiero a la de los que hoy peinamos canas por la edad, nuestra enseñanza era a fuerza de memorizar. De ahí que nuestra generación sea una generación con mucha memoria, aunque a estas alturas de la vida no nos acordemos de lo que cenamos la noche anterior y sí de lo que aconteció en fechas remotas, cosas de la memoria, del disco duro de los humanos.
Ilustración extraída de la web Educación y actividad física.
Me lleva a escribir sobre la memoria recordar lo que me sucedió hace unos días. Tenía cita a primeras horas de la mañana en el Hospital Civil. El autobús que pasa por su puerta había salido llegando mi santa esposa y yo a la parada. Al instante llegó otro con un número de línea diferente. Le pregunte al conductor si pasaba por donde era el lugar de mi cita y me contestó que no, pero que paraba en una esquina cercana. Nos subimos y le rogamos nos avisara cuando estuviéramos cerca de la parada, a lo que nos respondió "Uff recuérdenmelo Vdes, tengo una cabeza..." Solo íbamos en el autobús mi santa esposa y yo, no tenía un pelo de tonto, pues era calvo, así que no sé lo que podría haber pensado Eistein.
Como chanza, cuando elegían a un compañero para jefe, había quien decía que su elección se produjo al contestar el siguiente test ¿Cuál es la capital de España? A lo que el elegido respondía ¡Paso! ¿Juan, cuántas manzanas debemos repartir entre 3 personas teniendo en el cesto 18? ¡Paso! Y así respondía a todo con un ¡Paso!. El examinador le interpeló ¡Juan, que te queremos hacer jefe! ¿Cuál es la palabra con la que respondes a mi pregunta? Y Juan, ni corto ni perezoso, respondió: ¡No me acuerdo! Pues tú para jefe.
No sé si soy tonto, pues gracias a mi memoria he conseguido acordarme de lo que me pasó hace unos días y lo que sucedió en fechas más lejanas. Pero no me acuerdo por qué estoy escribiendo. Un lío como la memoria. ¡Ah, se me olvidaba!, cosas de la memoria, llegamos a nuestro destino sin la ayuda del conductor, él tendría su cabeza en otras cosas.
Por Ricardo Bajo León.
1 comentario:
Yo creo que hay que olvidar para poder seguir avanzando. No recuerdo de quién era un artículo que leí hace poco, que decía algo así como que nunca saldremos adelante si aún hay personas que se empeñan en vengar a sus abuelos. Totalmente de acuerdo.
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