martes, 21 de agosto de 2018

Sacamos a pasear la colección de vinilos pop en una noche de verano.

¿Por qué no decirlo? Andamos un poco mustios en las noches de verano por estos lares del sur. Las opciones de ocio nocturno no son especialmente abundantes y menos para aquellos que hemos vivido otros momentos, más callejeros, más variados en la oferta, con sesiones de djs que nos hinchaban el corazón, más predispuestos a tener puntos de encuentro en el que sabía que siempre te ibas a topar con alguien sin necesidad de mensajes ni whatsapps. Y si nadie genera esa oferta, por iniciativa pública o privada, uno se la inventa en la medida de lo posible.

Así surgió la sesión de música pop por Popbelmondo, un servidor, a través de la cual compartir con amigos y asistentes en la terraza del café bar La Malvaloca de Nerja canciones de clásicos de distintas décadas como David Bowie, Beatles, Elvis Costello, The Jam a otros más recientes en los 90 y ya en el siglo XXI. No faltaron de este modo The Smiths y Morrissey, Pulp, Destroyer, The Last Shadow Puppets, Arctic Monkeys, Prefab Sprout, The Divine Comedy, Elliot Smith, Teenage Fanclub, Belle and Sebastian, Bart Davenport. Hubo también momentos para el pop electrónico, sonaron los sintetizadores de New Order, OMD, Yazoo, The Human League, Beach House, entre otros. Solo hubo una excepción: Family y su eterno y maravilloso "El bello verano". Cerca de tres horas de canciones, algunos himnos, generando nuevos recuerdos, desterrando por unos momentos la nostalgia hasta pasada la medianoche.







Confieso que la mano me temblaba a poner la aguja en el giradisco Technics que tan amablemente aportó Luís Sánchez, y que junto a Miguel Ángel Zorrilla pusieron el equipo para que la sesión fuera posible. En esos primeros momentos cierto descontrol a la hora de organizar y colocar los discos, pero una vez cogido el ritmo pude hasta levantar la cabeza de los platos y la mesa de mezclas y disfrutar plenamente de la velada. Eso sí, tenía claro con qué canción comenzaría y con cuál terminaría. Todo lo demás improvisación y ganas de que los amigos asistentes disfrutaran de una noche con una banda sonora distinta a la del resto del año. Y creo que lo logramos, porque charlamos sobre canciones, sobre la necesidad de vivir de otra manera nuestro ocio, más que necesario como escape hedonista a un bucle en el que Lampedusa y su gatopardismo se convierte nuevamente en visionario.


Estar en una terraza, una pequeña plaza en una noche de verano, húmeda, pero muy apacible, niños jugando por el suelo, corrillos de amigos charlando y riendo, algunas caderas que se movieron, algunas cabezas marcando el ritmo, las clásicas preguntas ¿No tendrás...?¿Este disco es...?¿Qué canción pusiste...? gente sentada en los bordillos apurando las cañas recién tiradas y la música que nos ha marcado sonando. Y una estrofa nos pide que salgamos esa noche a la calle, que vayamos a cualquier lugar sin importarnos dónde. Yo lo llamo una velada perfecta.



Fotografías de Baldo Ramírez.