lunes, 28 de mayo de 2018

Cine del ayer, diseño del hoy

Una cinta vhs encontrada en un cajón, superviviente casual de limpieza general, con el título escrito a mano, es un mecanismo que enciende la nostalgia. El cine visto en nuestra infancia y adolescencia nos marca en nuestra educación sentimental. En ocasiones se juega con la memoria, no solo para recordar la película en sí, sino dónde y con quién la viste, las circunstancias que rodearon el visionado. Algunas veces vienen a los sueños imágenes de cines desaparecidos, como el Cine Linamar en la calle Fray Junípero Serra o los cines de verano en medio de un descampado que ahora está sembrado de edificios y bares.




 Mirar atrás a través de las películas puede ser un ejercicio de idealización, con el peligro de caer en la trampa de enunciar el sobado mantra de cualquier tiempo pasado fue mejor. Igual es más sugerente el momento de las promesas al de las certezas. Pero es difícil resistirse a la tentación cuando ahora también se plantea que las siguientes generaciones vivirán en peores condiciones. Y por qué no puede ser un recurso creativo para mirar de otra manera ese recuerdo y construir un discurso artístico.




El diseñador Agu Méndez recoge iconos del cine de los 70 y 80, poderosos en el imaginario de la cultura pop, y les da una capa de ensoñación, de diseño entre la ternura propia de la carpeta adolescente y la frivolidad consumista de una revista de tendencias. Así con motivo del primer aniversario del cineclub del Colectivo Croma, en las paredes de la sala Frank Rebajes del Ateneo de Málaga cuelga un recorrido sentimental por las películas que marcaron al ilustrador. Junto a sus personales carteles, con su también particular selección de protagonistas, (Indiana Jones no estaba invitado), les acompañan unos textos que nos hablan de experiencias y reflexiones en torno a esas producciones. Rocky, Matt Dillon, Leia, Brian, Snake Plissen, con otros más son esos embriones del cine que nos parió.