jueves, 4 de octubre de 2018

Museos, tebeos y reflexiones sobre el Arte con "El síndrome de Stendhal".

¿Para qué sirven los museos?¿Es arte todo lo que contienen?¿Cualquier objeto colocado entre las paredes de estos edificios son una manifestación artística? No soy nada original lanzando estas preguntas, pero vienen al caso de la presentación que realizaron en Málaga hace unos días la guionista francesa Aurelie Herrou y el dibujante español Sagar Forniés de su novela gráfica "El síndrome de Stendhal". Precisamente dentro de un museo, el Centro Pompidou de Málaga, un lugar más dentro de la estrategia cultural de la ciudad con el lema "Málaga, la ciudad de los museos" se llevó a cabo esta actividad, teniendo como maestro de ceremonias al dibujante y teórico Pepo Pérez.



 Ante las opiniones contrapuestas en relación a esa discusión vigente en Málaga de si los museos son más una escenificación de una manera de entender la Cultura o el Arte como un parque temático frente la concepción de un espacio abierto a la promoción, divulgación y fomento de la actividad creadora, el encuentro con estos artistas generó un interesante diálogo a tres bandas sobre precisamente esa dialéctica, sobre todo si el cómic "el síndrome de Stendhal" es promovido por el Centre Pompidou y su acción se desarrolla en su mayor parte dentro de este museo de Arte Contemporáneo. Con las aventuras y desventuras vitales con tintes de comedia romántica de Frédéric de la Silla, un espigado noble francés venido a menos, que entra a trabajar en dicho museo sin tener ninguna inquietud artística más allá de calzarse unos zapatos Oxford y bailar como su idolatrado Fred Astaire, hacemos un recorrido por las salas y paredes del Pompidou y nos plantea desde el punto de vista del protagonista un neófito frente al arte contemporáneo las preguntas que señalé al principio.


Visualmente esta novela gráfica es un trabajo espectacular, con un personaje en la mejor tradición de la comedia slapstick, desgarbado como Jacques Tati (un importante referente) como ingenuo y romántico trasunto de Antoine Doinel, que diera vida Jean Pierre Leaud en las películas de François Truffaut, y las recreaciones de las obras que sí dieron su permiso para poder aparecer en las viñetas de este cómic. Curioso el proceso de creación que tuvo que salvar muchas trabas (partía de un frustrado proyecto audiovisual que desembocó en un tebeo) de derechos de autor y de la propia realización que culminaron los autores en un tiempo record.


Vale la pena acercarse a las páginas de "el síndrome de Stendhal", un nuevo ejemplo de cómo el noveno arte es un medio que dialoga con soltura con otras disciplinas artísticas, y buscar las respuestas a las preguntas iniciales o resolver si en ocasiones teorizamos demasiado sobre el arte y si no es mejor dejarse llevar por el movimiento de nuestros pies sin prejuicios ni ataduras.