lunes, 6 de julio de 2020

Minutos antes del "Apocalypse Now" en tiempos de pandemia.

Cuatro meses largos han transcurrido desde la última vez que asistimos a la proyección de una película en una sala de cine. Es cierto que en este tiempo de confinamiento y posterior desescalada hemos visto más producciones audiovisuales que nunca, pero la experiencia sensorial no es en nada comparable. La inmersión como espectadores es casi total cuando sentados en nuestras butacas se apagan las luces y sobre la gran pantalla nos cuentan una historia. Así ha sido durante siglos desde el momento que la humanidad encuentra en el relato real o ficcionado el poder de trascendencia a nuestra existencia con un fin inexorable. Esa puesta en escena ha encontrado su mejor escenario en espacios a oscuras. De pronto, surge la luz proyectando sombras que, pese a lo efímero de su existencia, quedan grabadas en el imaginario colectivo y en el individual, perpetuándose de generación en generación, con el denominador común de los mitos.



Una vez más lo comprobamos hipnotizados por "Apocalypse Now". En estos extraños tiempos de distancia social en los recintos culturales que intentan sobrevivir con unas propuestas que no pueden convocar a grandes audiencias, la producción Francis Ford Coppola, en una copia restaurada en 4k y con un montaje que se llama así mismo el final, se ha hecho un hueco en las carteleras. Para nosotros, el mejor reclamo para volver a una sala de cine. Y así lo hicimos gracias al cine Albéniz de Málaga. 

 De nuevo remontamos el río Nung, lo hemos navegado en repetidas ocasiones gracias a la pequeña y hogareña pantalla, en la comodidad de nuestro sofá, pero en el cine la experiencia es hiperbólica. Lo que en otras ocasiones vas captando como ideas sueltas, aquí toma forma definitiva. Se muestra como la Imagen Revelada. Puede ser una exageración, pero se sale transformado tras las tres horas de disfrute cinematográfico. Ves caos y locura, también un plan narrativo. El capitán Willard recibe una misión, confiesa él que por sus pecados. Es un hombre enganchado a la muerte, es un buen soldado, que en este viaje con distintas etapas desde espacios abiertos de las playas vietnamitas a la claustrofobia de la oscuridad total en templos recónditos. Willard empieza hacerse preguntas ¿Por qué el coronel Kurtz debe ser aniquilado?¿Qué ha visto Kurtz?¿Qué revelación ha sentido Kurtz para convertirse en un peligro según la defensora de la Libertad Mundial? Lo que antes nos perdíamos entre el espesor de la jungla y los cada vez más oscuros y estrechos meandros del río se torna clarividente en la pantalla de cine. Para descubrirlo sentaos en una butaca y dejaos llevar.