El título de este artículo remite a una técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con el entorno real, haciendo ver lo que no es. Fuentes literarias sitúan el trampantojo en la antigua pintura griega hacia el año 460 a.c.. Los pintores holandeses de los siglos XVII y XVIII recurrieron en sus bodegones al uso de engañar al ojo en la perspectiva. La falta de recursos es motivo para usar el trampantojo, ahora que estamos en época de "vacas flacas" se cubren espacios con está técnica para embellecer rincones de nuestras ciudades. En la arquitectura tenemos uno de sus máximos exponentes en la Scala Regia de Bernini en el Vaticano. Cercano a nosotros en la cúpula de la Iglesia del Cristo de la Salud y en muchas casas antiguas de Málaga hay trampantojo en sus fachadas.
Frescos de la Ermita Nuestra Señora de las Angustias de Nerja.
Hacer ver lo que no es lo podemos extrapolar a otros ámbitos de la vida. Cuántas veces nos encontramos con personas que nos engañan, mostrándonos por su apariencia lo que luego con el trato no son. En el lenguaje que utilizan los políticos hay mucho de trampantojo. Aunque no sea la palabra adecuada, podríamos decir "trampaescuchantes", nos dicen cosas que en la realidad no son lo que escuchamos. Cuando la economía se detiene, dicen que hay un crecimiento negativo, agárrenme esa mosca por el rabo. En la fotografía, quién en su visita a la ciudad italiana de Pisa no ha posado poniendo sus manos sujetando esa inclinación de la famosa torre. En el cine se obtiene mediante efectos ópticos de la cámara. En el arte culinario, la alta cocina utiliza el trampantojo engañando a la vista y al estomago. Yo particularmente permito que engañen al ojo pero no al estómago, hasta ahí podíamos llegar. Creer que vas comer un plato de atún y al llevártelo a la boca descubrir que es un trozo de sandia es un mal rato para las papilas gustativas y un engaño a nuestro "segundo cerebro", el estomago. No hay cosa que más deteste que me den gato por liebre, quizás eso sea el trampantojo visto desde una perspectiva popular.
Por Ricardo Bajo León.
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