Hace unas semanas os comentaba en Pequeño del Mar del Sur la ponencia que con el gestor cultural Juan Manuel Cid organizamos sobre cómo el cine y la televisión habían reflejado 700 años de Historia de la presencia musulmana en nuestro territorio. El tratamiento a todas luces es insuficiente en relación al legado cultural que está presente en nuestro rico patrimonio, nuestra lengua y en nuestras costumbres. También despertó la curiosidad una ponencia de Antonio Jiménez Estrella con el título "La guerra de la rebelión de los moriscos del Reino de Granada: una guerra civil y religiosa en la Monarquía de Felipe II". Esta tuvo lugar en Frigiliana hace un año dentro de las II Jornadas Sierra de Bentomiz sobre el patrimonio histórico de la Axarquía. A partir estos dos acercamientos a este acontecimiento muy conectados con nuestro entorno más próximo tenía especial interés por adentrarme "El país perdido" de Justo Navarro. Y confieso que me ha fascinado.
El escritor granadino parte de las crónicas de Diego Hurtado de Mendoza, Luis de Mármol Carvajal y Ginés Pérez de Hita para establecer un relato de viaje en las revueltas de la población morisca durante la segunda mitad del siglo XVI en las Alpujarras granadinas. Es el último emplazamiento en el que los musulmanes intentan mantener su modo de vida y sus prósperos negocios llegando a acuerdos con los representantes de la corona española, incluso adoptando nombres y ropajes castellanos. Son pactos de vasallaje por los que se logra la paz en el Reino de Granada. La industria textil de la seda vive momentos boyantes, con una calidad y producción que son la envidia del resto de la península. Las Alpujarras es una zona agreste que ha sido conquistada para el cultivo, entre Sierra Nevada y la costa mediterránea. Justo Navarro nos lleva de la mano, destilando lo esencial de los textos de partida, para, con una bella narración literaria, engancharnos en el discurrir de la contienda bélica. Los hechos son conectados con una prosa rica, pero directa, llenando los huecos en blanco desde el punto de vista de un narrador de ficción, pero con el armazón de unos textos históricos, con un importante componente subjetivo. Cada cronista aporta su punto de vista y el escritor nos aporta las razones del por qué de las diferencias entre ellos.
Es una guerra cruenta, abierta al pillaje, batallas sin cuartel, donde las posturas se van radicalizando a medida que avanza. Se abre paso un nuevo orden, una nueva concepción de la nación que no quiere permitir desidencias ni pluralidad religiosa. También pasa de guerra civil, entre pobladores del mismo territorio, a una lucha entre dos imperios, el cristiano de Felipe II y el turco, que juega a establecer una quinta columna en la península y ejercer presión desde el mar. Es una historia triste en unos paisajes de belleza apenas domada.
"El país perdido, La Alpujarra en la guerra morisca" es una perfecta invitación a conocer nuestro pasado, violento y salvaje, que no tiene nada que envidiar a las grandes epopeyas y sagas de la ficción. Solo que aquí los héroes se acercan más a los villanos.