Una vez superado el ecuador de 2021, no me resisto a reivindicar las salas de cine como espacios que me han ayudado a mantener la cordura, a sentir que, pese a la crispación, hay personas comprometidas con la creación artística, con el séptimo arte y su distribución y exhibición en la gran pantalla. A mí me da la vida, o mejor dicho, me dan mil vidas sentarme en un patio de butacas tras haber comprado las entradas en taquilla. Es complicado encontrar nuevas palabras y metáforas que expliquen el acto de ver cine en una sala a oscuras y el gozo que provoca. Me produce fascinación esa credibilidad suspendida que se genera en la pantalla. Personajes que no conocía, de los que cada vez quiero saber menos antes de vivir sus vidas, me sorprenden y me atrapan, me emocionan, agitan, perturban, divierten, repelen, me provocan y me interpelan. Todo eso entre hora y media y poco más de dos horas y media, para tras encenderse las luces, salir a la calle y preguntarme si será más real lo que mis sentidos perciban en las horas siguientes.
Pese a todas las idas y venidas de retrasos en estrenos, de restricciones en las sesiones, las medidas de seguridad sanitarias en las salas han permitido disfrutar de un buen número de películas interesantes en diversos géneros, descubrir nuevos talentos, recuperar joyas del cine clásico y evadirnos como fin último de un ahora que los pesimistas denominarán como preapocalíptico y los optimistas como el comienzo de una nueva era. ¿Qué sitio tendrá entre esos dos extremos el hecho de disfrutar del cine en salas?¿Se impondrá, según el ánimo de algunos acólitos del individualismo, la experiencia vital a golpe de algoritmos y la exaltación de la casa hipertecnológica como el templo de su vida cultural?
Se me ha escapado el visionado de numerosas películas en las pantallas, en ocasiones por su efímera permanencia en cartelera, otras por la lejanía de su proyección en versión original o la inexistencia de esta opción (me niego a ver películas dobladas desde hace ya bastantes años) o por no haber tenido buen criterio a la hora de juzgarlas. A continuación me escribo para recordar a mi yo del futuro las películas que vi en una sala oscura, unas veces con una asistencia considerable, en otras con mínima ocupación de butacas:
- "Pequeños detalles": Thriller con duelo interpretactivo entre Denzel Washington, como policía atormentado, que vuelve a su ciudad para enfrentarse con un maquivélico Jared Leto. Pasatiempo
- "Nuevo orden", perturbadora película mejicana que muestra una espiral de violencia social que conduce a unos resultados más que inquietantes. Shock que elucubra sobre quién maneja los hilos de cualquier convulsión social.
- "La Gomera": Cine policiaco rumano con toques de comedia absurda que tiene al lenguaje como curioso eje en la trama. Rareza.
-"Nomadland": Frances McDormand busca su lugar en USA a bordo de una furgoneta. Nómadas del Nuevo Mundo, el de las nuevas relaciones laborales y sociales. La protagonista, imperial, pero eso no es ninguna novedad. La Easy Rider del Desencanto Americano en el siglo XXI.
-"La diligencia": Si lo dice Orson Welles, quién soy yo para enmendarlo. John Ford, John Ford y John Ford. Magistral película, más allá del género western es un retrato de personajes y arquetipos con mil aristas. Dan escalofríos las proclamas soltadas por un banquero corrupto. Hay cosas que no cambian.
-"Otra ronda": el reconocimiento de esta película danesa se me escapa. Al igual que comentaba antes sobre la McDormand, tener en el reparto a Mads Mikkelsen es un valor seguro, pero las peripecias de unos hombres descolocados ante la madurez que buscan nuevas aventuras con un puntito de alcohol no provocó mi empatía, siendo servidor un maduro descolocado en estos días.
-"Una joven prometedora": Seguimos con masculinidades tóxicas, en esta ocasión desde el punto de vista de una mujer que busca venganza a toda costa frente a la ausencia de justicia. El punto de partida es más que interesante, con una atmósfera inquietante que siempre se observa en la esquizofrénica sociedad americana, pero que se me escurre en los dedos por la cantidad de agujeros que tiene en el guión. ¿vale todo para vengarse o hasta dónde llegarías para hacer justicia? Dilemas eternos en una sociedad que ha perdonado demasiados pecados.
-"Nadie": Una película de acción que tiene como protagonista a alguien que en principio no situarías en estas lides como el actor Bob Odenkirk, conocido por las series "Breaking bad" y "Better call Saul". Ahora que lo pienso podría establecerse una conexión entre las dos producciones anteriores y esta. Replanteamiento de la posición del hombre ante la herencia heteropatriarcal y sus exigencias.
-"Aquellos que quieren mi muerte": Reconozco que me gusta el universo de Taylor Sheridan, el maridaje del western crepuscular con el relato criminal o noir, poblado con personajes que intentan curar cicatrices. Aquí Angelina Jolie toma el protagonismo como heroína de acción en la piel de una bombera forestal que intenta salvar la vida de un niño perseguido por unos sicarios. Contundente, al grano, con secuencias de acción bien resueltas, más grano que paja, hecho poco común en el panorama del cine de entretenimiento y acción.
- "El olvido que seremos": Necesitamos personas buenas, necesitamos personas con la bonhomía de Hector Abad, comprometidas con sus conciudadanos y con la sociedad en la que vive. Pero la duda me asalta si la trasladación a la pantalla por parte de Fernando Trueba está a la altura de un personaje de ficción y si no estamos ante una "vida de santos laico". Yo mismo tenía el debate, máxime cuando creo que la dirección del español es algo acomodaticia, sin el halo poético que a mí me sugería.
- "Quo vadis, Aida": Matanza de Srebenica dudante el conflicto armado en los Balcanes. Más de 8.000 musulmanes asesinados en una ciudad europea, cuando creíamos que la barbarie xenófoba no volvería a repetirse en el antiguo continente. Sobrecogedor relato que tiene como protagonista a una traductora bosnia que colabora con los cascos azules holandeses, responsables de la seguridad de la población civil frente a las milicias serbio-bosnias. Aida es una brizna de hierba azotada por el huracán de la Historia, en principio busca una solución global para después intentar la supervivencia de su familia. Película que te encoge el corazón.
- "First cow": La directora Kelly Reichardt manifiesta que hay otros relatos de la conquista del oeste y que aún tienen su hueco en un género siempre dispuesto a la mutación y al mestizaje como el western. Otra cosa es que ese relato sobre un par de perdedores con sueños de pastelerías en medio del barrizal y la mugre se me escapó bastante. Algunas veces el cine alternativo para mí camufla el vacío narrativo con el vacío y el tedio. Aquí me encontré una buena muestra.
- "Despierta la furia": ¿Qué distancia hay entre un artista cool y un artesano eficaz? Veinte años atrás Guy Ritchie era lo más con "Lock and Stock" y "Snatch", pero por el camino de losetas amarillas perdió el mojo o la puntería a la hora de elegir los proyectos para acabar con producciones alimenticias donde su estilo frenético de montaje, movimiento cinético perpetuo y personajes rocosos y carismáticos estaba más que desdibujados. Sin embargo, en los últimos tiempos vuelve con sus sospochosos habituales, "The Gentlemen" y ahora con "Despierta la furia" junto a Jason Staham, cómplice de las primeras correrías, devenido en hombre de acción del Hollywood del Siglo XXI. Tenemos atracos a furgones blindados, botines suculentos, venganza desde ¿el más allá?, guiños al jinete pálido de Clint Eastwood, que se acentúan con la presencia de su hijo Scott Eastwood. También recupera Guy Ritchie la narración no lineal con flashbacks que intentan explicar motivaciones en la línea principal, pero que ya no sorprenden ni innovan en un relato criminal entretenido, bien rodado pero mostrado ya muchas veces.
- "Le ventre de mar": Ha sido la película del 24º Festival de Cine de Málaga. Ha acumulado los principales premios y piropos esta recreación que dirige Agustí Villaronga en unas condiciones de producción muy limitadas, como consecuencia de la pandemia, sobre el relato "Océano mar" de Alessandro Baricco. Pero eso parece haber magnificado el resultado final, la supervivencia de los náufragos de una fragata frente a las costas de Mauritania, que también inspiró al pintor Gericault en su obra "La balsa de la Medusa". En blanco y negro se sucede lo sublime y lo abisal en la naturaleza humana cuando se enfrenta a la muerte abandonados en medio del mar, con escasos víveres y con la lucha de clases y poder en unos pocos metros cuadrados de madera mal aamarrada en medio del mar. Con los mínimos recursos y localizaciones, la interpretación de un gran Roger Casamajor y la sugerencia del escenario desnudo nos plantean los dilemas de la sinrazón y el orden en situaciones extremas.
-"Mulholland Drive": Vuelve 20 años después a la gran pantalla esta vuelta de tuerca a los sueños americanos de David Lynch. Sueños de cine, de estrellato, de vidas intercambiables que chocan en el multiverso o en realidades paralelas, que buscan el eco de sus vida en el Club Silencio. La mugre de los desheredados está a la vuelta de la esquina para arrastrarnos a la pesadilla de neón. Naomi Watts nos fue descubierta con un papel más que goloso entre la ingenua, la arribista, generosa, intrépida, todo un caramelo intepretativo para esta obra de Lynch en la que, como otras tantas suyas, proporcionan continuos hallazgos y toda una legión de replicadores que no son conscientes que los sueños y las pesadillas son únicos e intransferibles.
Nos vemos en los cines.