jueves, 28 de junio de 2012

En los libros todos amamos al ser humano. Stefan Zweig.


Otro drama más que unir a la masacre que fue la IIGM es el suicidio se Stefan Zweig,  hecho que desconocía hasta hace pocos meses y por el que tengo el alma en luto desde entonces. Una a veces tiene la duda (sobre un texto o un escritor) de si es realmente bueno. Pues bien, si la duda existe es que no lo es. Cómo saber que alguien escribe bien. Pues cuando no te deja formular esa pregunta. Tan simple como eso. Zweig no es que escribiera bien, es que su mano se movía al dictado de un dios. Pienso qué luz tan grande ha encendido en mi vida, qué drama si no le hubiese encontrado. Qué dolor saber que tenía tantas cosas que contar y que dejó de tener fuerzas y vivir para contarlo. Qué desgarro saber, creer entender el por qué de su decisión. Leyendo su obra te das cuenta de que lo que amó por encima de todas las cosas fue la idea de una humanidad que entendiera  por fin que cualquier conflicto debe resolverse única y exclusivamente por la palabra. Jamás por la violencia. Creía ciegamente en la capacidad del hombre de llegar a ese punto en el que la cultura, el bienestar  y el conocimiento de la historia les diera la altura de miras suficiente para poder vivir en paz. En un mundo que valorara las artes, la creación quizá por encima de cualquier otra cosa, pero que siempre supiera respetar al otro, a su visión de la vida. Creía que la gente más ilustrada tenía la obligación de iluminar a los que lo eran menos, pero nunca desde la altanería, sino con la certeza de que por el estudio, el conocimiento y la creación se llegaría a una sociedad de ciudadanos y no de súbditos. Sentir de verdad eso en los años treinta del siglo pasado y no volverse loco debía ser imposible. En resumen: Zweig fue un humanista. Y eso le mató.


No sé qué habría sido de mí si no me encuentro con este hombre, cuyos libros me rondaban pero yo me hacía querer. Hasta que cayo el primero: Momentos estelares de la Humanidad. Y ahí puse una rodilla en tierra. Querría que todo el mundo lo leyera. Extenderlo como un virus. Todo Zweig está ahí. Estos 14 momentos que nos cuenta (y si el lector se pregunta por qué esos precisamente y no otros la respuesta creo que es porque sí) suelen comenzar en todas las ediciones por Cicerón en sus últimos y vertiginosos meses de vida. No quiero destripar nada salvo que desde que lo leí mi opinión de Marco Antonio cambió radicalmente. Tal es la capacidad narrativa de este hombre que te levanta de la silla, te hace clamar al cielo, te estruja el alma hasta el punto de hacerte llorar desconsolada. Te metes tanto en la vida de estas personas, que no personajes, que vendería tu alma al diablo con tal de poder ayudarles, de decirles no, por ahí no, ese es el camino de la muerte. En La conquista del Polo Sur sientes el frío, el dolor, el vacío, la sensación de incredulidad, la certeza de la muerte. Y das gracias por estar calentita en tu cama leyendo, pero por un momento llegas a sentir cómo tus dedos se entumecen. El dolor de la derrota en la conquista de lo inútil. Como creo que lo que más ama Zweig es la creación artística, el texto dedicado a El Mesías de Handel es, no sé cómo decirlo de otra manera, el éxtasis. El vello como escarpias, lágrimas de felicidad, saltos escuchando esta preciosa pieza, más hermosa que nunca desde ese instante. Y hay más, porque nos llevará de la mano a ver el océano Pacífico de la mano de ese Odiseo que fue Vasco Núñez de Balboa. Y tantos, tantos otros. La idea de que si un ser humano alcanza la inmortalidad lo hará gracias a un instante de genialidad en su vida, y que si realmente es para la inmortalidad, uno solo será... Para mí es impagable. 

María Antonieta. A parte de saber que fue reina y le cortaron la cabeza y que en la película de Sofía Coppola es una petarda, yo sabía poco más. La María Antonieta de Zweig es uno de sus ensayos más extensos (ronda las 900 páginas) y se lee con el alma en vilo pese a saber cómo acaba. Es tal la humanidad de este hombre que ves a la Reina, a la mujer, a la madre, a la hija. A una persona profundamente equivocada, egoísta, inconsciente. Y a una persona tierna, enamorada, carismática. Porque lo que intenta Zweig una y otra y otra vez es entender las razones del otro. Meterse en su cabeza, en su corazón y en su alma para saber por qué. Nos presenta a una mujer que en algunos momentos querrías matar y en otros salvar. Porque te da rabia y también pena. Y es que María Antonieta es uno de los personajes más sugerentes, desde el punto de vista literario, de la Historia Universal, por el vertiginoso modo en que en apenas unos años, de adorada monarca, aclamada por el pueblo, hermosa joven y árbitro de la elegancia rococó, pasa a convertirse en “la loba austriaca”, la “mayor prostituta” de su siglo, la enemiga del pueblo. En un espacio tan breve que causa asombro, esta nobilísima señora, hija de una emperatriz, pasó del trono más noble de la Europa de entonces, de las fiestas y los teatros más lujosos, de los más resplandecientes bailes en la Galería de los Espejos, a una oscura y húmeda mazmorra, con apenas un catre, una silla y una mesa en la prisión de la Conciergerie, y de ahí en un carreta tirada por un caballo, las manos atadas a la espalda, directamente a la plaza hoy llamada de la Concordia, entonces de la Revolución, donde la espera el igualitario invento del doctor Guillotin. En las páginas del libro asoman, con toda su literaria humanidad, desde los ruines y mezquinos hermanos del rey, a Mirabeau, uno de los más hábiles intrigantes de la Historia, pasando por Hébert (una de las personas más repugnantes que hayan pisado nunca la tierra), o el joven Bonaparte, que contempla asombrado cómo la Revolución triunfa cuando, con dos cañones estratégicamente situados y una carga de caballería, él hubiera acabado con todo aquello. Imprescindible.


"Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito. A nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es libre." "Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre." Estas frases fueron escritas en el año 1551 por Sebastián Castellio. Stefan Zweig las rescata del olvido en 1933, en pleno auge del nazismo y el estalinismo. Su primera edición no pudo venderse en Alemania: todos los ejemplares fueron confiscados (desde 1933 las obras de Zweig habían sido prohibidas, lo que no deja de ser un honor). El nazismo volvía a emplear los métodos utilizados por Calvino en el siglo XVI para acallar la voz de la conciencia y la tolerancia representadas por Castellio. Ante un libro como este no se debe uno quedar en la superficie, atendiendo solo al apasionante enfrentamiento entre Castellio y Calvino en torno al asesinato de Miguel Servet. No es esta obra solo el retrato de una controversia teológica. Zweig lo concibió como advertencia. Y como referente al que acudir y del que extraer la fuerza para que denunciemos lo insostenible. Cómo no querer leer la historia de un hombre así. "Castellio contra Calvino" es una denuncia total ante el fenómeno de los fanatismos. Este libro te muestra cómo lo que empieza siendo revolucionario acaba a veces convirtiéndose en reaccionario. Cómo la lucha por la libertad puede desembocar en tiranía. Y cómo siempre, siempre, siempre, habrá alguien que dirá que no, que hasta aquí, que levantará su voz aunque siendo consciente de que eso le va a costar la vida. Y te enseña que ese es el mayor terror de todo tirano. Porque un dictador no sólo querrá controlar tus actos, sino que llegará a tal estado de paranoia que querrá controlar hasta tu último pensamiento, cuanto más tus palabras. Pero todo aquel que se atreva a alzar su voz y decir no ha de saber que ya tiene una batalla ganada. Y que rinde honor y gloria a quienes lo hicieron antes que él. No soportar la tiranía y decirlo en voz alta se lo debemos a todos ellos. 


Por Rita Sánchez

1 comentario:

Antonia dijo...

Querida Rita...
Yo no he leido nada de Zweig, pero después de leer tu articulo, te aseguro que no va a pasar mucho tiempo hasta que lo haga.
Me habías hablado de él, pero tu apasionado comentario no me deja otra elección que triturar todo lo que encuentre de este autor.
Saludos...