martes, 3 de julio de 2007

"Poezía" y jarras de cerveza bajo la luna llena.


Salí corriendo, pero ya era demasiado tarde. Sólo pude escuchar a unos pocos rapsodas de todos los que desgranaron sus rimas con la base rítmica del Mediterráneo, iluminado por la luna en su máximo esplendor. Pero todo no iba ser tan bucólico ni idílico. Haydeé Acosta reclamaba silencio a una caterva de guiris cuyo único interés era soltar risotadas y jalarse unas tras otras, sin perder comba, jarras de cervezas en el Papagayo. La presidenta de la Aventura de Escribir intentaba aplacar a las fieras con su habitual repertorio, pero algunos que ya habrán asistido a sus actuaciones sabrán que ese no es el mejor método. Esa noche de sábado en un local de ocio nocturno no dieron con el mejor de los públicos.


De todas formas un fuerte aplauso para los que organizan actividades como el Foro de la Luna Llena, que no caen en el desaliento aún predicando en el desierto. El problema es que siempre nos quedamos en la organización a medio camino entre lo aficionado y lo profesional. Le podemos poner mucha ilusión, pero el público es cada vez más exigente, hay que cuidar los detalles y no dejarlos en manos del azar. Y por favor, todos han de ser protagonistas en su justa medida. Lo bueno si breve dos veces bueno.

Ricardo Sanz ha tenido a bien mandarme varios textos de los participantes, pero algunos son demasiados extensos para incluirlos aquí. Él ha tenido más suerte, su texto se lee de un tirón, comprobadlo:

Cuentos de la luna llena
Amores imposibles
Ella era una gata en celo, pero él era muy perro.
La amaba desde siempre, pero ella todavía no había nacido.
Él era una firme roca; ella, la fugitiva nube que pasa.
Ella era un cascabel, pero él estaba sordo como una tapia.
Ella era una sirena; él, un pez encerrado en su pecera.
Ella era una estrella, y él se acababa de estrellar con ella.
Él era el bufón; ella, la princesa.
Él era un pastelito de chocolate, ella era diabética.
Él era un interrogante, pero ella no era la respuesta.
Ella era la sed; él, un pozo seco.
Ella era un sauce; él, un leñador sin remordimientos.
Ella era una flor, él era alérgico.
Él tenía el corazón partío, pero ella no tenía vocación de pegamento.
Ella se llamaba Paz, él se apellidaba Guerra.
Ella estaba ida; él, siempre de vuelta.
Ella era un laberinto, pero él no era Teseo.
Ella era la Maga, pero él no había leído a Cortázar.
Ella era el paraíso; él sólo frecuentaba el infierno.
Ella era una diosa, él era ateo.
Ella era. Él sólo aparentaba serlo.

Ricardo Sanz. La casa de las palabras. Nerja 30 de junio de 2007.

De seguido un vídeo con algunas de las intervenciones que tuvieron lugar el sábado de luna llena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sábado por la noche, terraza frente al mar, fresquito, luna llena y cervezas a dos euros. Tal vez no sea ni la fecha ni el lugar adecuados para una lectura poética. Muy difícil esperar que los guiris guarden silencio, aunque tal vez en su tierra se lo exigirían a los extranjeros.La Aventura de Escribir trabaja duro, y muchas veces predica en el desierto, pero no cae en el desánimo. Merecen mi mayor respeto. Yo, dicho sea de paso, acabé un poco cansada de Aidee. Me parece que los egos se tienen que frenar un poco si ves que el público está en otra cosa.