lunes, 26 de noviembre de 2007

Algo más que palabras.


La Casa de las Palabras ya tiene sus puertas abuertas para todos aquellos que quieran compartir inquietudes culturalesy desarrollar proyectos artísticos con personas con los mismo intereses en Nerja. En poco tiempo seguro que se convertirá en centro de dinamización para actividades que no pueden ver por una razón u otra hechos realidad en ámbitos institucionales.

El pasado sábado 24 se dieron cita multitud de amantes de la cultura en sus distintas áreas, pintores, escritores, escultores, diseñadores gráficos, periodistas, fotógrafos, realizadores audiovisuales... en el espacio habilitado con mucho mimo por la Aventuta de Escribir y el Colectivo Artes Libres. Si acaso y por poner un pero, en las mayorías de las cabelleras asomaban bastantes canas, es decir, que por ahora no hay demasiada gente joven implicada en la Casa de las Palabras (espero equivocarme y que este comentario sea más bien fruto de mis desconocimiento). Lo importante, y conociendo al conserjejeje Ricardo Sanz, es que la edad no es ningún condicionante para participar y colaborar en este ilusionante proyecto, sino las ganas de crear.
En las paredes se mostraban obras de Luis Santiago, Nils Lange, Antonio Talavera, Nekovidal, Mercedes Sanz, Daniel Soresa, Anna y David Kenning, entre otros más artistas que han aportado su particular granito de arena. En las estanterías podemos encontrar libros de autores locales como Ricardo Sanz, Haydée Acosta, Vicky Fernández o Manolo Gallardo (que se marcó unas cuantas coplillas jaleadas por los presentes).



Un encuentro interesante el vivido este fin de semana para comprobar que la Cultura es más una cuestión de intenciones y no de grandes presupuestos (aunque tener unas arcas bien surtidas ayudan a plantear las actividades deseadas).

A continuación un texto surgido en esas reuniones tan fructíferas alrededor de las palabras, las ideas y la complicidad, en esta ocasión parten de la siguinte frase: "Ya lo creo..."

YA LO CREO
Ya lo creo. No te atrevas ni tan siquiera en el más breve de los micros instantes, a suponer que desvarío, que pierdo la razón, que me enajeno. No te atrevas a dudarme. No me dudes. Cuando yo digo que es así, es porque sé bien, muy bien, que así es. Yo conozco el origen de este fuego. Sé como ha llegado a mí, como ha crecido en mí. Como me arde, como ardo. Como me abrasa. Y sé de como voy y vengo sin conocer un instante de reposo, de descanso, de sosiego, de calma, ni en los días ni en las noches. Con el viento a favor y con el viento en contra. Y aún así no hay viento que detenga nuestra andadura. No quiero, ya lo creo que no quiero abandonar esta locura que en la pasión encuentra su epicentro. Que todo lo hace principio y fin. Que todo es morir y nacer. Tú no lo sabes, pero yo te lo digo, no tengo más que dejarme caer dentro de sus ojos. ¡Sus ojos! Esos ojos suyos, de color del polvo de las estrellas marinas, del color negro de las higueras de Eritrea. Sus ojos que guardan el color de todas las lluvias de todas las primaveras y de algunos inviernos, pocos. Y cuando me dejo caer dentro de sus ojos, se detiene mí brújula y navego desnortada, sin rumbo y en el aire. No hay estribor ni babor. No proa ni popa. Navegamos como un torbellino. Todo con él se vuelve tempestad, galerna. Ya lo creo. No te burles. Asomarme a sus labios y besarlos es como dejarse desbarrancar por el desbarrancadero. Dejarme deslizar pendiente abajo, abandonarme al vértigo, descender a los infiernos. Desintegrarme con la misma fuerza del átomo cuando el átomo se desintegra, que es siempre. No me mires con ese estupor vacío. Ya lo creo que es así como lo vivo, así como lo siento. Envolverme en su voz caliente ni de lejos es como dejarme envolver por el saxo tórrido de John Coltrane, ni de lejos es como dejarme desnudar por el saxo desbocado de Coleman Hawkins, ni de lejos es dejarme despertar por el saxo alegre de Gato Barbieri. Envolverme en su voz quizás sea lo más aproximado a dejándome morir, volver despacio, sin prisas, al útero materno. No sé por qué te cuento esto. Sé que estás pensando: ¡ya lo creo! Esta imbécil me toma por otro imbécil. De imbécil amor mío, sería no deslizar mis pies descalzos por cada centímetro de su piel. Su piel de rosas bluevelvet, terciopelo azul, su piel confunde todos mis sentidos con el olor manso de la canela. De imbécil amor mío, sería, ya lo creo, no cabalgar por su espalda. No escalar su pecho con las manos. No saltar sobre sus muslos. No morder su lengua que guarda el aroma fresco del azahar en flor. No hundir mis manos en su pelo que es como recorrer a ciegas el mar de los Sargazos. Ya lo creo que sería de imbécil. Escucha, no te disperses, mírame de frente, a la cara, atiéndeme. Sus manos están hechas con los mejores hilos de seda que nunca antes ni después se hallan tejido en Samarcanda, la bella, la triste, la asediada, la olvidada y perdida Samarcanda. El aire que exhala es tibio como la leche que amamanta al corderito recién parido. ¿Te ríes? Si, ya lo creo que te ríes. Te ríes porque no sabes como su risa hace hablar a los silencios. No sabes, ignorante, que una sola de sus carcajadas es suficiente para abrir las rutas del mundo, ocultas, desdibujadas por el viento caliente que todo quema y destruye.
No conoces su fuerza de gigante penetrando mi sexo con su sexo. No sabes que su sexo tiene la fragancia del magnolio recién mojado por la lluvia inesperada de una tormenta de verano. Tú no conoces el sexo. No puedes ni de cerca imaginar cómo es desparramar la lengua sobre él, rampar por su cosmos de sal y azúcar. Te cuento, ya lo creo que te cuento. Con él soy como una pluma de ave del paraíso cuando poso mis pies sobre sus pies halados y juntos bailamos hasta que el Big Bang amenaza con comenzar de nuevo la explosión primordial. ¡No! cierra la boca, no me interrumpas. Todavía no te he hablado de cómo juntos somos, él, Estambul, y yo, Tesalónica. Él, el fuego de los dioses y yo la pasión que se desborda enloquecida por los obscuros callejones de todas las ciudades malditas del Mediterráneo. El Alá y yo Elías el viejo acompañado de todos los profetas. Él el león de leones y yo la taiga. Él el páramo y yo la única hierba. Los dos amamos subvertir el orden de las cosas. Y abre tu mente, abre tus ojos, abre tus oídos, grávalo a sangre y fuego el tus dos hemisferios, amamos amarnos. Confundir. Crear. Destruir. Recrear. Desestructurar. Respira, toma aire, sédate, cálmate, acepta, afloja la arritmia de tu corazón ennegrecido por los bonos basura de Wall Street. Ya lo creo que me voy, ya lo creo. Te dejo, te abandono. Antes de esta pasión, ya estabas diluido en la última cloaca de mí ser. Después de este instante tu norte será sur y mi sur no tendrá norte. Cuando se ama, se abandonan los cuatro puntos cardinales, por innecesarios. Y la vía Láctea, igualmente innecesaria. Así lo exigen los sabios babilónicos. Así lo ordenan los magos caldeos y los arameos en sus códigos de polvo pétreo. Aun me queda vida para dormir sobre su cuerpo caliente. Y a mí amado y a mí nos queda toda la muerte para dormir juntos hasta el comienzo de los días. Piel contra piel. Suspiro contra suspiro. Anhelo contra anhelo. Pasión contra pasión. Amor contra odio. Odio contra amor. Sexo contra sexo. A ti amor, también te queda vida para reinventarte o acudir de una puñetera vez al psicoanálisis. Ya lo creo
.

Pilar B.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Canas? . . . ¿Viejos? . . .
Sólo recuerdo haber visto en la fiesta espíritus jóvenes de todas las edades ejerciendo el arte de la comunicación y disfrutando de la vida.
Los viejos, de todas las edades también, estaban a esas horas, un sábado por la tarde, dedicándose a otras cosas: viendo TV, poniendo a parir al vecin@, haciendo cuentas sobre los beneficios de la semana y calculando los de la siguiente, luciendo el equipo de sonido del buga tuneado, etc. , etc.
Claro, que como iba ciego, igual vi mal . . .

lucia dijo...

Sin palbras me ha dejado el texto al reconocerme a retazos en el ,en los músicos y escritores que nombra y que ,¿será obligatorio?, tambien me gustan.
Compruebo que a tod@s nos lleva el desamor al mismo sitio:al psicologo...
En en la practica realidad ,solo ,deberia llevarnos hacia otro amor,otra pasión.