domingo, 26 de febrero de 2012

Mirando a las musarañas (58) - Pantagruélico.


Cuando se nos advierte evitar todos los excesos en los jóvenes por aquello del arbolito y de ir educándose en la moderación y en los mayores por lo de las enfermedades que nos aquejan para evitar una vejez sin calidad de vida hacemos caso omiso a toda esa propaganda de las bondades  de nuestra saludable dieta mediterránea. Quizás exista una propaganda con unos intereses comerciales superior a la que las instituciones y médicos difunden sobre los nuevos hábitos en el comer de nuestros niños y jóvenes.

Está en la calle. Ves a las madres comprar para que en el recreo sus hijos coman unas dulces hechos de manera industrial y con numerosos conservantes, nada recomendables para la salud y luego a la hora de almorzar o cenar nada de legumbres, verdura y fruta. Vuelta a lo cómodo e industrial. Bien es verdad que son otros tiempos de prisas y de horarios poco favorables para la convivencia familiar. Lejos aquellos bollos de pan con aceite o con chocolate, y de los platos principales a base de legumbres, con su tiempo de cocción. Hoy las prisas y el microondas están a la orden del día.

Disfruto de ese bonito placer de viajar, en el que vas adquiriendo conocimientos. Me acerco a lugares que sólo conocía por los libros o por reportajes de televisión, con el siempre gratificante conocimiento de nuevas costumbres y el disfrute de la gastronomía de los lugares que visito, y si a todo ello añadimos la interrelación entre las personas con las que compartes esos días de asueto y a las que conoces en tu estancia en el hotel al compartir mesa o mantel, mejor que mejor. Ese conocimiento y compartir vivencias me lleva a seguir con el hilo conductor de estas líneas, nuestra dieta.

Existe un ritual para los que ya pasamos de esa barrera de los sesenta: antes de dar buena cuenta de un suculento y pantagruélico plato, ordenar sobre el mantel las pastillas que debemos tomar antes de las tres comidas principales. Quienes aun, y afortunadamente, estamos libre de esa ingesta de pastillas, observamos con curiosidad y sorpresa ese ritual. Piensas que quienes se atiborran de pastillas, para el colesterol, azúcar, tensión, etc..., se acercarán al bufet, para escoger su plato siempre en consonancia con el ritual al que me he referido, primando las verduras, legumbres, pescado y frutas. Pero no, quizás por llevar el bufet la "coletilla" de libre, les haga pensar que ni caso a las recomendaciones del médico y de las de tu pareja, llevando lo de libre a escoger con total libertad sin pensar que les pueda caer bien o mal, llenando el ojo antes que la tripa. Ahí aparece lo pantagruélico -Dicho en comida: En cantidad excesiva-.



Encontrándonos en la tierra del aceite, raro es ver, por no decir que nunca, en una aceitera un aceite de calidad que te haga seguir con tu costumbre de desayunar a tu estilo, no que tienes que optar por un desayuno continental o como en estos casos llenando el ojo antes que la tripa. Los hoteles y quienes eligen los menús nos incitan a comer pantragruélicamente.

Por nuestro  bien sigamos en los viajes y en nuestras casas con nuestra dieta mediterránea y dejemos los festines pantagruélicos para las películas de romanos.¿Os acordáis de aquella escena de Nerón?. Pues eso.

Por Ricardo Bajo León

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