domingo, 13 de enero de 2013

Mirando a las musarañas (105) - ¡Oído al bando!


Hace unos días renové el carnet de conducir. En otros países te dan el carnet de conducir y el de identidad de por vida, evitando estrés, solivianto e incomodidad. Y sorpresa a quién  como yo, ha tenido que identificar  a cualquier persona extranjera, encontrándome en el documento la foto de un "guayabo" y ante mi a un octogenario. No comprendo la diferencia de normativas en cada país, de lo que en un día se llamó Comunidad Europea y hoy Unión Europea.

Superadas las pruebas en el Centro médico de conductores, de destreza, visión y audición, me puse a pensar lo que me ocurría en mis primeros años de vivir en Nerja. Cuando llegué  a finales de los años sesenta a Nerja, me encontré con la grata sorpresa de un pregonero. Lo había visto en películas y sabía de su existencia por comentarios de mis mayores, pero nunca había sido informado ni convocado a ninguna reunión por un pregonero. Este pregonero nerjeño no usaba trompeta, sino un pequeño megáfono o altavoz. Se llamaba Antonio, quiero recordar, y era lo que popularmente se suele decir de algunas personas ¡Lo mismo vale para un roto que para un descosido! Era aparte de pregonero, enterrador, jardinero...hoy figuraría en la plantilla del Ayuntamiento con la categoría de Oficios Varios.



Si ahora próximo a cumplir los sesenta y nueve estoy bien de los oídos, con veinticinco debería estar de "rechupete" y, sin embargo, con el pregonero tenía un problema: no conseguía enterarme de la información o de la convocatoria. Desde mi terraza en Calle Colon escuchaba ¡Oído al Bandoo...! seguido de  una jerga de palabras ininteligibles para mí y al final miento, que yo entendía por Ayuntamiento. Mi santa esposa y yo nos hicimos el firme propósito y como un reto el entender al bueno de Antonio. Quedamos en escuchar con atención y no hubo manera. Por último acordamos uno prestar atención al principio de la lectura y primeros párrafos y otro al final. Ni por esas. ¡Oído al Bandooo...miento! La solución preguntar a un vecino o en la calle.

Los pregoneros o voceros de hoy, que pregonan y vocean no con un megáfono, los escucho, pero no los comprendo. Mucho mejor aquello de ¡Oído al Bandoooo...aunque no me enterara  tenía la posibilidad de preguntar. 

Por Ricardo Bajo León.

No hay comentarios: