domingo, 3 de noviembre de 2013

Mirando a las musarañas (145) - Somos alguien.


Los últimos días España ha vivido una pesadilla, aunque en menor medida el ciudadano de a pie, a quién le da lo mismo que haya brotes verdes como que la prima de riesgo suba o baje, pues directamente no afecta a su bolsillo, y por ello esta pesadilla que les voy a comentar le alcanza todavía menos. Nos hemos enterado por la tele, por el interés de la prensa escrita y, cómo no, por los políticos que en ello les iba la vida, cómo España, una de las "grandes" potencias mundiales, no había sido espiada por la NSA. Se han articulado todos los mecanismos posibles para llegar a la conclusión de que sí hemos sido espiados. Menudo sofoco para los partidos sentirse minusvalorados en el concierto mundial. Menos IU, que por medio de su portavoz Sr. Centella, ha soltado que ellos siempre se han sentidos espiados por los EE.UU, a quién si no iban a espiar. Sesenta millones de llamadas han sido rastreadas por los servicios de inteligencia norteamericanos en toda España. Ya esas son llamadas y rastreos y no será un grupo de telefonistas las que se dediquen a ese menester. 

La clase política ha puesto el grito en cielo ante tal desafuero de un amigo, más unos que otros, pues a la poca desafortunada declaración del demócrata Obama no ha habido una respuesta contundente de quienes hubieran echado las campanas al vuelo y puesto de manifiesto su antiamericanismo si viniera de un republicano, y más del "republicanote" Bush.


Hemos sido espiados y hay que llamar a consultas al embajador americano y poner en cuestión nuestra continuidad como amigos de los EE.UU. Todo quedará en fogata viruta. Si no qué sería de nosotros, más que nos pese, sin el amigo americano. Todos los países se espían unos a otros, nos dicen los servicios de inteligencia que velan por la seguridad de cada país. El CNI admite que es normal que los servicios secretos se ayuden puntualmente ante la información de cualquier atentado en un país amigo u otras circunstancias que estén fuera de la ley,  pero otra cosa es el ojo visor y el oído atento a todo.  En este tiempo de las nuevas tecnologías en el que se puede escuchar una conversación a 200 metros de distancia, todo es posible.

De no haber sido espiados nos habría pasado como cuando en nuestra niñez el dueño del balón era el que elegía quienes jugaban. Si no te seleccionaban eras un "casquarillas". Ahora cuando escribo, no se habla ni se escribe de otra cosa que no sea de espionaje y todos coinciden en que los EE.UU se defienden o atacan a sus enemigos y espían a sus amigos. Desde hace tiempo y ahora caigo en la cuenta, coincido mucho con el vecino del sexto, en el ascensor, en el portal, en la calle... ¿Me estará espiando o quizás piense que el que lo espía sea yo?

Menos mal que hemos sido y somos espiados. Somos alguien que interesa ser espiado y no unos "casquarillas".

Por Ricardo Bajo León.

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