viernes, 16 de mayo de 2008

En la romería de San Isidro queda poco polvo en el camino.


No sé lo que podrá pensar el pobre San Isidro. Él, que siempre ha sido la figura del hombre trabajador del campo, el que está con la espalda machacada de las duras labores, la piel tostada por el sol inmisericorde, antes a lomos de la mula, después una Montesa y ahora a todo trapo por los carriles con un quart la mar de molón. Qué dirá cuando parece que se le presta más atención a Baco, a la fiesta pagana, que rendir culto al patrón de los agricultores. Pensará que cada vez queda menos gente dedicada a cultivar las tierras visto cómo está el mercado, comprobando que dificilmente te puedes ganar la vida plantando cualquier cosa (todavía está complicado los productos para el biodiesel en los bancales). El campo es duro, cada vez menos rentable y muy poco agradecido a no ser que alquiles un apero de labranza de 100 metros cuadrados.

Echará en falta el pobre santo de vara en mano aquellos tiempos en los que incluso terminaba revoleado cuando la cosecha no era buena. Ahora lo pasean en un carro tirado por unos bueyes que maldicen el día que les afeitaron los pitones, con lo a gusto que estarían empitonando a los guiris que les pasan la mano por el lomo o les ciegan con miles de fotos digitales. Al menos le echaban cuenta a San Isidro. Lo que antes era una romería de fiambrera de tortilla de papas, croquetas frías y bota de vino han pasado al cubalitro de rebujito y las barras de bares, partidos políticos y otros colectivos. Ya no hay ni siquiera polvo en el camino, todo bien asfaltado. No digo con esto que cómo se vive hoy en día San Isidro esté mal, simplemente como diría Prince, es el signo de los tiempos.
En la víspera de la romería ya había ambiente de fiesta en el recinto de los alrededores. Para todos aquellos que quisieran empinar el codo y no coger el coche había dispuesto el ayuntamiento un servicio de transporte en autobuses, una maravillosa idea, que evita la peligrosa fórmula alcohol+conducción y el quebradero de cabeza del aparcamiento. Yo lo utilicé para poder asistir al concierto que ofrecían Organized Confusion en el restaurante Puente del Águila. No muchos más, por desgracia, tuvieron la misma inquietud por ver un grupo de rock enérgico, que poco a poco van mejorando y haciendo mejores conciertos. Lástima las deficiencias en el sonido que no permitía disfrutar 100% de sus canciones, pero ellos se entregaron a tope con sus versiones y temas propios. Lo reconozco, es el grupo local que más se identifica con mis gustos musicales. Hubo un momento extraño en el que se mezclaban en el ambiente las canciones de Organized Confusion y los pasodobles de Alalba. Tenía su punto escuchar "María la portuguesa" con los riffs de la guitarra eléctrica de Erik. Posteriormente me asomé a la zona de barras y aquello fue un visto no visto, saludé a unos amigos, pero pronto pillé nuevamente en autobús el camino de vuelta. El mogollón break beat campero no es mi ideal de fiesta nocturna. Así que entre pocos pinos me alejé del reaguetton campestre-romero.

Organized Confusion en directo en la víspera de la Romería de San Isidro.


Al día siguiente, después de los actos religiosos y protocolarios de la mañana se iniciaba la romería. La Peña Nerjeña y la Agrupación folclórica le cantaban y bailaban al santo patrón de los agricultores mientras centenares de personas y sobre todo guiris no perdían detalle del espectáculo.



Tras la actuación se iniciaba el desfile de caballos y sus jinetes (aquí también creo que el número de guiris supera a los nativos), las carretas de bueyes (este año 17, hay quien se quedó sin poder llevar todas sus viandas), después los grandes camiones y todo tipo de vehículos, algunos con su propio equipo de música. Nuevamente cogí el transporte público para llegar al recinto de la Cueva.

Este año me ha dado la impresión de que el número de asistentes era menor al de otros años. Siempre fluctúa la asistencia de público dependiendo del día de la semana en el que cae. Pero de todas formas, reinaba un ambiente muy tranquilo, con unas temperaturas suaves que desde luego hacían muy agradable la jornada romera. Así también se encontraba sitio con facilidad para comer y beber sin tener que soportar grandes aglomeraciones.
Cerca de las 15h de la tarde llegó San Isidro a las inmediaciones de la ermita en los aledaños a la Cueva. Llegó sin levantar mucho ruido, casi sigilosamente, rodeado por no mucha gente en comparación a romerías pasadas. Ni siquiera se realizó el acto protocolario en la entrada a la ermita ni tampoco el habitual baile a cargo de la agrupación folclórica de Maro a cargo de Nani como venía anunciado en el programa de festejos de la romería. Según parece se suspendió a última hora por orden del alcalde. Ni siquiera se produjo el simpático detalle del olvido de la llave. No sé si esto tiene que ver con temas relacionados con la política, pero si es así, se hace un flaco favor a la fiesta.

Poco a poco la gente fue encontrado su sitio. Los que acompañaban las carrozas se sentaban a compartir los contenidos de las fiambreras, las botellas de vino, rebujito y refrescos. Siempre encuentras a amigos que te agasajan con su generosidad. Con los que te ríes observando la gran diversidad de vestimentas (no domino el mundo del diseño de trajes de faralaes, pero sí me parto la caja cuando veo ciertos modelitos), con esos guiris que algunas veces sacan los trapos más estrambóticos creyendo que se integran en la fiesta, pero benditos sean, que le dan color y extravagancia al tema. Cada cual se divierte como mejor sabe, unos se cogen cogorzas de caerse de espalda, otros tocan las palmas y bailan lo que les echen DelPaso, Aromas, José Cortés y Alalba. También los hay que haya ruido y el jaleo de fondo no perdonan una siesta en el campo o casi. El pobre San Isidro, encerrado en su ermita, esperando hasta el año siguiente y preguntándose si alguien se acordará de él.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi humilde opinión, este San Isidro ha pasado casi inadvertido. Mi carroza, de bueyes, llegó a las tres menos cuarto, o sea, que SAn Isidro llegó bastante antes. Yo no sé qué ha pasado este año, pero llegamos con la lengua fuera. Ni una pequeña parada hicimos en todo el camino. Si te parabas a atarte las sandalias, se te escapaba la carroza, y lo digo en serio. Hemos venido a la carrera. Luego, llegas a lo alto de la cueva, y la subida de la cuesta y daba pena. No había apenas gente. Y bueno, dimos una vuelta y el único sitio donde había algo de ambiente era en la barra del PP, las demás vacías, incluso la peña. Supongo que el que quiere divertirse no pone excusas y se lo pasa bien de todas formas. Debe ser la edad, que ya no te deja cometer locuras ni excesos. A mí me recordó a la feria, sin pena ni gloria. Te vistes de flamenca, te paseas y a casa a las seis de la tarde. No daba para más.

Anónimo dijo...

San isidro, bien organizado o no?
Yo creo que a este san isidro nuestro le queda todavia mucho por organizar,no tenemos seguridad, empezando por los caballista, la gente se emborrachan, no hay respeto, las concejaliaas no hacen nada por mejorar, las carrozas de bueyes, es un corre que te pillo,no se, nos falta mucho para que sea un san isidro perfecto.

Anxel70 dijo...

Primero, enhorabuena por la entrada, a mitad de camino entre un artículo periodístico y una columna de opinión. Y de trasfondo, como siempre, la cultura.

Segundo, hay que reconocer que algunas cosas han mejorado este año, pero otras han empeorado y mucho. La prueba es que cada vez te encuentras con mas gente de Nerja en los centros comerciales.

Tercero, y a raíz de los comentarios en nerjaviva, parece ser que este año fue el que menos gente hubo y mas alcohol se vio. Pienso que hay que cambiar la orientación de la fiesta.

Saludos