he de confesar que pese a ser un icono pop no soy nada fan de las películas de James Bond, si acaso las primeras de Sean Connery y su primera encarnación en la piel de Daniel Craig. Pero su música, ¡ay, su música y sus bandas sonoras! Esas melodías orquestales acompañadas de granes voces. Y detrás de ellas el genio y talento de John Barry, uno de esos alquimistas musicales que elevaron a cotas sublimes la conjunción de poner música a imágenes. Ayer lunes, en el informativo de la 15h en la Primera, el redactor de Cultura Carlos del Amor hizo una maravillosa pieza informativa en homenaje a dicho compositor y con un fácil ejemplo nos mostró cómo las imágenes ganan magia y poder de evocación. Escuchamos los sones de una banda sonora y nos trasladamos, viajamos, volamos, trasformamos, sentimos... Y la grandeza de John Barry es que nos ha provocado con sus composiciones tantas emociones. En ese sentido su canción Goldfinger, interpretada magistralmente por Shirley Bassey me ayuda a enfretarme a cualquier reto.
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