jueves, 10 de febrero de 2011

En los libros todos amamos el amor, el amor.

Si usted padece: temblor de piernas, ataques de risa o llanto inexplicables e incontrolables, es absolutamente monotemático, sufre pérdida de apetito y sueño, a ratos tiene visión en túnel y todos sus amigos le dicen que es un pesado, cansino e insufrible ser humano, seguro que el diagnóstico de tanto síntoma obedece a esa enfermedad llamada enamoramiento. Enhorabuena si el objeto de sus desvelos le corresponde y mi más sincero pésame si no es el caso.

La historia de la literatura no deja de ser una historia del amor. Es el tema universal, junto con el de la muerte. Y en muchos casos, ambos van de la mano.
Momentos cumbre del amor en los libros hay tantos que da cosica seleccionar unos cuantos. Yo tengo mis favoritos, pero van cambiando según el día. Los habrá tan buenos como estos, seguro que sí, pero mejores ya lo veo difícil.

Y empezamos con Segismundo, que fue ver a Rosaura aunque fuera vestida de hombre y le dio el jamacuco. Pese a que era un ni-ni (eso tiene que te encierren en una torre), no hay nada como ser un ni-ni si te ha parido la cabeza de don Calderón de la Barca. Porque así se dirige Segismundo a Rosaura la primera vez que la ve: "Con cada vez que te veo / nueva admiración me das, / y cuando te miro más / aún más mirarte deseo./ Ojos hidrópicos creo/que mis ojos deben ser,/pues cuando es muerte el beber/beben más, y desta suerte/sabiendo que el ver me da muerte/estoy muriendo por ver./ Pero véate yo y muera/que no sé, rendido ya/ si el verte muerte me da,/ el no verte qué me diera". Rosaura, naturalmente, se queda muerta la pobre y atina a decirle: "Con asombro de mirarte,/con admiración de oírte,/ni sé qué pueda decirte,/ni qué pueda preguntarte". Siempre me parto de risa con Rosaura en este momento. Don Pedro Calderón de la Barca era un absoluto crack y La Vida es Sueño merece ser leída y releída y vuelta a leer porque es una obra en un estado de gracia absoluto.



Poetas que le cantan al amor hay tantos como estrellas en el cielo, gotas de agua en el mar o políticos repartiendo sonrisas en campaña electoral. A mí el que me hace cosquillas en el corazón es otro que lleva un tiempo enterrado. Que sufrió de amor cortés, la peor de las enfermedades amorosas posibles. Porque si ya es duro amar sin ser amado, si llega un día en el que la persona a la que amas te corresponde y tú sufres porque si te corresponde es porque no era tan perfecta como parecía, eso ya es de frenopático. Garcilaso de la Vega le escribió a su amor con palabras como estas: "Cuanto tengo confieso yo deberos./Por vos nací, a vos debo la vida,/ por vos he de morir y por vos muero." Si es que sólo por ese terceto el hombre debe estar en un Olimpo de poetas.




Oliveira y La Maga se encontraron por obra y gracia de Julio Cortázar en Rayuela para disfrute de todos nosotros. El capítulo 7 es nada, dos páginas escasas con letra gorda. Pero cómo se puede decir tanto y tan bien con tan poco. Lo lees mientras asientes con la cabeza. Es esa capacidad de los grandes de materializar hasta el aire. Qué bonito saber que sí que hay palabras para eso que sientes. Si no las encuentras, otros ya hicieron el trabajo. Agradecidos todos. Pues eso, que Oliveira ama como un cíclope. "Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano dibuja".Y sigue. Quien quiera saber cuántas veces ha sido un cíclope en su vida sin saberlo, que lea, que lea, que en Rayuela lo explican.



Por Rita Sánchez

5 comentarios:

Pablo Martín. dijo...

Me ha encantado tu artículo. Una segunda y tercera parte estarían bien. "En busca de la declaración de amor perfecta". Felicidades.

Losetodo dijo...

Mi libro preferido de amor es EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA de García Márquez.

Dori dijo...

Cada uno tiene su libro de amor preferido, claro que si, que va cambiando según el día y el año, pero para mi como Mario Benedetti para hablar de amor, ninguno. Ni siquiera Pablo Neruda con sus "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" pudo superar nunca lo que encierra aquella frase del Cumpleaños de Juan Angel:
"...ella es mi latifundio y mi minifundio
en ella satisfago mis éxtasis frugales
cultivo mis almácigos de púdica lujuria
y no habrá reforma agraria que me la expropie" Uf.
Enhorabuena, Rita, hace mucha falta hablar de amor y de libros.

Anónimo dijo...

Buenísimo Rita. Estoy contigo Calderon de la Barca es un crack

Nekovidal dijo...

O, dicho de otra forma:

EL AMOR

A veces la vida, siempre tan tragicómica y juguetona, nos toca con su varita mágica y nos encontramos en medio de un torbellino al que podemos intentar identificar como torrente hormonal o caos bioquímico o, simplemente, dejar de lado la sinrazón de la razón y reconocer que nos hemos enamorado.


Sucede entre dos y cinco veces a lo largo de la vida humana, pero una es suficiente para no olvidarlo jamás.

De repente, nuestros sentidos eligen otras normas de conducta, otras reglas de juego, nuestra mente baila al son de una música que no sabes muy bien cómo has compuesto a medias con otra persona. Trastocas completamente tu orden de prioridades y, por decirlo en pocas palabras, vas por la vida sin saber muy bien si vas o vienes.

Tan intenso es a veces el juego, que son muchos los que dejan transcurrir su vida rehuyendo volver a caer en él una vez que lo han conocido. El miedo, siempre tan libre, manda o intenta mandar imponiendo su patética tiranía.



Por el contrario, si no temes navegar esos mares de extrañas tormentas agridulces, al cabo del tiempo caes en la cuenta de que de casi todo te puedes enamorar, y es entonces cuando la vida, acostumbrada a ser generosa con quien lo es, te empieza a señalar las claves para navegar: las olas de las emociones ya no son peligrosos juegos malabares, sino el ciclo lúdico de un tiovivo y ya no importa qué sucederá, sino captar en cada instante cuanto sucede y saborearlo.



De esta forma la vida, transformándonos en locos lúcidos, nos apadrina y nos protege del miedo al miedo, de la vida sin color y de los colores únicos, nos toma en sus brazos y, con la amabilidad de una buena amiga, nos enseña la lección más hermosa, la que nos hará pasear de su mano en adelante: que sin importar mucho la forma que adopta, nada existe que valga la pena vivir que no vaya acompañado de amor.


Nekovidal