jueves, 24 de febrero de 2011

En los libros todos amamos a Cenicienta cuando se le rompe el zapato.

El cuento de Cenicienta ha sido adaptado cientos de veces, tanto en literatura como en cine. Cuando tiene final feliz, me cansa mucho. Cuando el cuento se tuerce, me fascina. Me acuerdo de algunas mujeres que han sufrido en sus carnes las consecuencias de creer que un príncipe azul les traería ese concepto abstracto que es la felicidad, les darían lo que por derecho creen que merecen o las salvarían de sí mismas.


La que estaba más tranquila de todas era Melibea. No sentía nada por Calixto. Habría resultado invisible para ella si él no hubiera sido tan increíblemente pesado y cansino. Obsesionado, confiesa: "Melibeo soy, en Melibea creo y a Melibea adoro", busca ayuda en la brujería y gracias a todo ello consigue que Melibea se lo crea y que de pronto Calixto pase de ser nadie a ser todo. Melibea, que llevaba una vida gris, empieza una nueva con todos los colores del arco iris. La pobre, cae. Hasta el fondo. Y Calixto, el que moría de amor, el sufrido enamorado, a las primeras de cambio se le olvida y es capaz de soltarle, cuando ella le sugiere que tenga un poquito de cuidado porque le está destrozando la ropa que "el que quiere comer el ave, quita primero las plumas". Pero ella ya no ve si no es por sus ojos y cuando él muere no es capaz de pensar que volverá a amar y ser amada otra vez, que volverá la primavera, que volverá a sentir. Y para eso, mejor morirse.

Enma Bovary creía merecer todo el amor del mundo. Y no cualquier amor, sino el amor total: ese que quita el sueño, que lleva a cometer locuras, el del deseo infinito y constante. Es el problema de tantas personas que han leído de más y mal y se han creído a pies juntillas lo que venía en los libros (algo parecido le pasó a otro antes). Y la pobre se encuentra con un marido que la quiere, pero la quiere normal. La cuida, pero tampoco cree que tenga que estar pendiente de ella a todas horas. La oye, pero la mitad de las veces no la escucha y las otras veces no la entiende. Así que Enma, que es pasional y excesiva y maravillosa, se pone el mundo por montera y busca fuera de casa lo que no encuentra en ella. Pero hay un problema: no existe eso que ella quiere. Ese amor sublime de los libros no es real. Y cuando lo descubre es demasiado tarde para todo. Ya está hecho todo el daño. Y su dolor es demasiado insoportable. No está hecha para este mundo. Así que otra que también piensa que, para esto, mejor morirse.



Anna Karenina sí tenia todo el derecho del mundo a estar hasta el moño de ese marido prepotente, soberbio e insoportable que le había tocado en suerte. Ella, que piensa que en la vida hay momentos para la alegría y el disfrute, que la solemnidad no debe presidir cada minuto de su existencia, no puede entender que el tiempo de vida que le quede sea junto a ese hombre. Por mucho que ame a su hijo. Que lo quiere. Por mucho que le importe el qué dirán. Cree en la vida y en la alegría y en que tiene derecho a luchar por sentirlas. Conoce a Oblonsky y se le va la cabeza. Perfectamente normal y comprensible. Tan guapo, tan valiente, tan inteligente, tan tantas cosas. Pero ella lleva un lastre muy grande. Y le pide a él algo que él no puede darle. Porque los remordimientos van a estar ahí. Porque su hijo no va a estar con ella. Porque su nombre está arrastrado por el lodo. Y él no puede evitar que pase eso. Ni todo el amor de mundo conseguiría aligerar ese peso. Por mucho que la quiera, (y la quiere mucho, pero Oblonsky sabe por dónde pisa) nunca va a ser suficiente. Y si ella empieza a pensar que lo ha dejado todo, que igual él no la quiere tanto, que lo mismo puede aparecer otra, que si la deja qué va a pasar, que... Otra pobre que vio que la luz al final del túnel era un tren, y fue derecha a por él.


Resumiendo: no nos contaron cómo acabó Cenicienta. Igual llegó el día en que maldijo el zapato, aunque el pobre no tuviera la culpa de nada.

 
Por Rita Sánchez

7 comentarios:

Pablo Martín. dijo...

Éste sí me ha gustado. Y quiero creer que Cenicienta fue muy feliz, con muchos, muchos momentos de felicidad, que no es otra cosa que la ausencia de infelicidad; que también tuvo momentos en los que pensó tirarse de la torre más alta del castillo, pero que el amor sincero del príncipe la convencía, cada vez, de que merecía la pena quedarse para ver el siguiente baile.

Dori dijo...

Sinceramente Rita, sin desmerecer este, creo que tus escritos merecen blog aparte.
Me ha encantao.

Nekovidal dijo...

¿Cómo se mirará toda la literaruta amorosa en el futuro, cuando el autoconocimiento sea materia cotidiana, al menos desde la adolescencia, cuando se enseñe que el amor es una actitud, muy sana y deseable, ante la vida, no la relación obsesiva y exclusivista con un ser a quien entregarse, de quien esperar todo, a quien exigirle todo, y en quien reflejar todas nuestras frustraciones?
Creo que como nosotros leemos hoy en día los empalagosos relatos medievales de amor cortés y demás.

Otro tema paralelo es cómo se ha utilizado la literatura, especialmente la infantil, para manipular mentes y mantener esquemas de poder social ancestrales: mientras Cenicienta esté esperando a su príncipe y mitificándole enfermizamente en su mente, nunca tendrá la descabellada idea de reivindicar los mismos derechos que él . . .

Rita dijo...

Dori, me alegro mucho de que te haya gustado el texto. Muchas gracias por tu entusiasmo. En cuanto a lo de blog propio, imposible: soy muy floja para meterme en el fregao que es dotar de contenidos a un blog. Yo voy divina con una entrada al mes, más o menos. Y para mí es lo mejor del mundo ser parte activa de Nerjapop.

Anónimo dijo...

los tres libros de los que hablas esta semana son parte de mi,por diferentes razones.Si te hubieran dado una diana hubieras dado la maxima puntuacion.La cenicienta para mi es un cuento,empieza y acaba en amor eterno,ademas no me gusta pensar otra cosa.Rita si no un blog por lo menos una vez a la semana.pipi.

Anónimo dijo...

Tengo preparado para empezar Ines y la alegria de ALMUDENA GRANDES,es para mi una de las mejores escritoras actuales y retrata como nadie la guerra civil,los años ochenta ........no se si has leido algo de ella....A lo que iba,que me has puesto a buscar los tres libros,La Celestina,Madame Bovary,Ana KARENINA...Y creo que Ines y Almudena van a esperar y voy a leer....Me he reservado para la venganza,dijo el señor.......
te suena pues ese voy a reeeeeeeeeeleer y despues ya veremos ..........gracias RITA por recordarme estos libros.

Anónimo dijo...

Rita he terminado de reeeler Ana karenina y Dios no se si sera la edad,la mia claro,o que, pero no he disfrutado tanto como cuando lo lei mas joven.Leo muchisimo y no todo ya me gusta.pipi.