El amor es el sentimiento que mueve el mundo, o al menos, eso querríamos creer todos. El amor, así, a secas. Sin más adjetivos. Sin restricciones. Sin asteriscos que remitan a una nota al pie que expliqué qué, cómo o con quién debe ser. Creo en los milagros y uno me parece cuando dos personas, de entre los millones que poblamos la tierra, se encuentran y, de repente, saben. Saben que ya nada volverá a ser igual, que han encontrado a alguien que les hará sentirse a veces fuertes, otras vulnerables, en ocasiones invencibles y para siempre rendidos ante ese ser al que no hemos decidido amar: ha sido nuestro corazón quien ha decidido entregarse. Y contra eso es inútil luchar. Ese milagro que es el amor sigue siendo entendido por mucha gente de manera restrictiva. Y a la altura que estamos, sorprende y hace daño que todavía haya quien no entienda el amor entre personas del mismo sexo. Este amor, que, en muchos sitios continúa siendo perseguido, malmirado, recriminado, tratado como aberración o enfermedad, ha dado páginas tan bellas, tan hondas, tan sentidas... Imposible no amar novelas como las que siguen.
105 páginas y ni una más son suficientes para escribir una obra maestra. Su reseña más hermosa dice "¿Qué sería de nosotros si se nos apareciese lo divino en otra de sus manifestaciones, si la razón, la virtud y la verdad se nos presentasen en formas, sensibles?. ¿No arderíamos y nos disolveríamos en amor como otra época ante Zeus?”. Porque La Muerte en Venecia, de Thomas Mann es una historia tan profunda como pueda ser su inmensa La Montaña Mágica. Esta muerte veneciana es, sin duda, la manera más fácil de acercarse a este gigante de las letras. Y una lectura de un desgarro tan brutal de la que no se sale con el corazón en el mismo sitio. En esta novela todo es sencillo y perfecto; y con fluidez (solo al alcance de quien habla desde la honestidad, de quien pone el alma al desnudo, de quien nos entrega su corazón) nos habla de la vida, del amor, de la muerte a través de su protagonista, Gustav Aschenbach, destacado escritor alemán de edad madura que ha llegado a Venecia buscando renovar la inspiración exhausta. Ya instalado en el hotel, Aschenbach se interesa en un adolescente polaco de nombre Tadzio, dotado de una belleza extraordinaria, el cual termina convirtiéndose en objeto de silenciosa adoración para el escritor. Se inicia entonces una minuciosa descripción del trance psicológico de Aschenbach, cuya moralidad convencional comienza a ceder bajo el empuje de una pasión prohibida. Sin embargo, los delirios amorosos del artista se mantienen en un plano puramente intelectual. Paralelos a esta anécdota, algunos cuadros descriptivos de la ciudad de Venecia y de sus habitantes se presentan con trazo expresionista, perfilando los rasgos de un entorno grotesco y decadente que anticipan la fatalidad...
"¡La belleza es una cosa terrible y espantosa! Es terrible porque es indeterminable y no hay modo de determinarla porque Dios no ha planteado más que enigmas." Así arranca Confesiones de una Máscara, una de las más importante obras del japonés Yukio Mishima. Se trata de un relato, usualmente considerado al menos semi-autobiográfico, en el que, el joven Koo-chan nos cuenta en primera persona su vida en un Japón desgarrado por la guerra. Completamente insatisfecho por la naturaleza de este ambiente, el narrador debe alzar una falsa e intrincada fachada a medida que descubre su homosexualidad al sentirse atraído por Omi. Pero en el Japón de los años 30 40 el protagonista deberá ocultarse bajo una máscara de correción, convirtiendo su vida en un escenario, en una representación en la que confluyen la realidad con las apariencias. Esta máscara lo lleva a un lamentable romance con una joven mujer, lo que sólo refuerza su temor a esta peculiaridad que vive como un padecimiento, a una profusa telaraña de mentiras con sus padres, y a sentirse cada vez más un extraño a sí mismo. Esta historia, dura como ella sola, también hace hincapié en el lazo entre sexualidad y violencia, abordando este tema con una mezcla de horror y fascinación.
Quien quiera leer la historia que en la que se basa ese peliculón que es Brokeback Mountain, que sepa que debe buscarlo dentro de Wyoming, nombre de la antología de cuentos de Annie Proulx que publicó Lumen hace ya unos años. Un lujazo total. Brokeback Mountain, es seguramente el mejor de su extenso ciclo de historias situadas en Wyoming o relacionadas con personajes, modos o leyendas de ese Estado del noroeste de Estados Unidos. También es, quizá, el que revela con mayor nitidez el peculiar patrón narrativo de la escritora norteamericana, marcado por la dureza de los entornos donde suceden, la crudeza del habla de sus personajes y la delicadeza de las emociones, mitigadas y a veces apenas sugerida. Narra la historia de Ennis y Jack, dos vaqueros que entablan una relación que llega más allá de la amistad. A lo largo de los años y tras frecuentes separaciones, su relación se convierte en una historia de amor que consigue sobrevivir a todo. A todo, salvo a la violenta intolerancia del mundo.
Por Rita Sánchez.
1 comentario:
Rita, me gusta mucho lo que has escrito sobre los libros y los amores ocultos. Yo leí este año pasado Muerte en Venecia, y tiene mucho de amores ocultos, imposibles o platónicos, enamorados que buscan el propio arte, en el amor o através de él.
Lucía
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