domingo, 11 de marzo de 2012

Mirando a las musarañas (60) - Paris- Match.

El  principal semanario francés, Paris Match, cumplió 60 años en marzo de 2009. Me entero de la noticia ojeando una revista en esa hemeroteca que son los revisteros de las salas de espera de la consulta de un médico. Paris Match fue creado en 1949 a partir del semanario Match, una antigua publicación deportiva que competía en los kioscos y en las mesas de la Biblioteca Antequerana con Life, publicación estadounidense de información general y grandes reportajes fotográficos, precursora del llamado fotoperiodismo.
 
Los nacidos en los años 40 somos contemporáneos al devenir de la revista. En la España mojigata de aquellos años la censura estaba a la orden del día en cines, revistas y cualquier tipo de actividad cultural que tuviera un atisbo de sensualidad o sexualidad. Y como fieras que esperan a su presa estábamos, en aquellos años 50, los niños o mozalbetes, atentos a que Dª Rafaela, encargada de la Biblioteca, abriera sus puertas. Nuestra presa era el Paris Match.




 
Había que cogerlo antes de que Dª Rafaela aplicara la censura por su cuenta, después de que la revista ya hubiera sufrido la correspondiente censura oficial. Unas largas tijeras sesgaban las fotografías de una impresionante Brigitte Bardot en bikini o una Sofia Loren, con escotado vestido, y tantas artistas de aquella época que solo podías ver en Paris Match. Nuestros pensamientos se trasladaban por lúgubres caminos, nuestra sensualidad se ponía a mil revoluciones, era un acto reprobable para tanta mojigatería . Aún retumba en mi cabeza la regañina de Fray Juan, PP Carmelita, cuando descubrió en un pupitre una foto 
¡Pero no os dais cuenta de que es un simple papel!
 
Todo lo prohibido tiene su intríngulis. Volvíamos a  nuestra casa temerosos de que Dª Rafaela informara a nuestros padres de nuestra incursión en la Biblioteca.

 Paris Match, que sofocaste mis calores y aliviaste mi sensualidad, ¡larga vida!



Portada de Paris Match vía el blog España en los años 50 y 60.


Por Ricardo Bajo León. 
 

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