Al releer un libro descubres cosas que una primera lectura te pudieron pasar inadvertidas. Ocurre lo mismo cuando vuelves a visitar una ciudad o un paisaje. Eso me ha ocurrido al visitar Baeza y Úbeda. Su reencuentro me ha hecho recorrer nuevas calles y descubrir otros monumentos que quizás por la premura en el tiempo en otras visitas, no pude ver.
Baeza, con su Plaza del Pópulo y su Fuente de los Leones, donde se inicia el recorrido turístico: Catedral, Palacio de Jabalquinto, Universidad y el aula o clase donde Antonio Machado, impartía sus clases. En sus siete años de docente en esta ciudad, escribió la mayor parte de su poesía. Cuántos recuerdos al contemplar los pupitres con sus asientos abatibles, sus huecos para el tintero y el palillero de la pluma, la pizarra, el gran mapa de España, la tarima sobre la que se situaba la mesa del profesor, para tener un plano de superioridad y respeto, con su hueco para el brasero. Un recuerdo infantil me invadió con miles de imágenes y anécdotas de aquella etapa de mi vida.
Úbeda, joya del renacimiento, con su Plaza de Vázquez de Molina, en este extenso espacio se concentran parte de los edificios religiosos y civiles, que le han dado la oportunidad de ser Declarada Patrimonio de la Humanidad, junto a la cercana Baeza.
RECUERDO INFANTIL
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia tras los cristales.
Es la clase.........
Antonio Machado
Por Ricardo Bajo León
Foto extraída de aquí.
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