Nubes amarillas
Como ovillos de lana, nubes amarillas adornaban el cielo. Tormenta de pelusas de algodón revolvían el paisaje amarillento. Una hebra de la madeja colgó hacia el suelo y una niña sin miedo trepó por ella hacia un espacio de cuento. Sus cabellos rubios trenzados querían ser nubes de aquel momento. Su lazo rojo voló con el viento y un trueno soltó un lamento. La hebra de la nube amarilla subió a la niña hasta su centro y con unas agujas de hacer punto tejió un firmamento y un sol muy contento. Los árboles sonrieron formando un ruedo y un gato maulló sin consuelo. Fue un perro el que le ladró a la luna cuando estaba saliendo y el rayo corrió hacia otros derroteros. Enfrascada en sus labores, la niña olvidó la merienda y su mamá la llamó a los cuatro vientos. Tejiendo sin parar, agotó la niña el ovillo y desapareció junto con las nubes amarillas en el telar de su cielo.
Por Maribel Martín
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