domingo, 8 de enero de 2012

Mirando a las musarañas (52) - El ensayo y el pacto.

Casi todo, por no decir que todo, se ensaya o se pacta previamente. Los artistas de teatro, antes de iniciar una obra, ensayan; los cantantes calientan la voz, los deportistas estiran y calientan músculos, los cineastas hacen diferentes tomas, los toreros ensayan en los tentaderos y, previa a la salida del toro, se ejercitan junto al burladero con el capote en ágiles movimientos marcando el compás. Otros rezan o se encomiendan a la Virgen de su devoción, que también es una manera de ensayar por lo que pueda pasar. En los debates se pactan las preguntas, cosa que considero engañosa para los que asistimos con ánimo de que cada cual imponga su impronta personal sin pacto alguno y así enriquecer el parlamentarismo. En el siglo XVIII hubo los llamados “pactos de familia” entre las monarquías de España y Francia. En el pasado reciente, los pactos de la Moncloa y el pacto de Toledo. Los hay para concluir un conflicto bélico o desavenencias familiares. Conforme voy escribiendo surgen en mi memoria ensayos y pactos, llegando a la conclusión de que todo se ensaya o pacta.

A veces descubre uno cosas que creía no eran posibles o sí, por aquello de que todo salga bien. El pasado 22, día de la lotería, y elegido para prestar juramento el Presidente y los nuevos ministros del Gobierno de España ante su Majestad el Rey, la televisión nos mostró el juramento, el protocolo, el formulismo y las anécdotas de este importante acto. Pero no sabía yo, que también los ministros ensayaban ese ritual del juramento, así que vi por televisión cómo el jefe de protocolo les indicaba dónde debían poner la mano: sobre la Biblia o sobre la Constitución, e igualmente les mostraba la hoja donde estaba escrito el juramento. Y digo yo, viendo la distancia que había entre la mesa y quien prestaba juramento, que estaría escrito en mayúsculas y así lo pudieran leer quienes tuvieran un problema con la vista. 



Pues con todo el ensayo, los nervios traicionaron a más de uno. Juraron con las manos posadas a la vez sobre la Biblia y la Constitución, se trabucaron al leer, omitieron alguna palabra o la confundieron… Y el que es el gran problema para todos los que se presentan ante el Rey: ese inclinar la cabeza sin convicción, o las señoras haciendo un gesto de genuflexión. Resulta todo tan poco natural que raya en lo grotesco. Ahí creo que deberían de ensayar duro los políticos y quienes frecuenten a la realeza.

Como ciudadanos de a pie también ensayamos, si no que se lo pregunten a las amas de casa que, para preparar una receta para una comida familiar o entre amigos, cuántas veces la cocinan antes del gran día. Siempre queda el recurso, tanto para políticos como para gente de a pie,  de  “El mejor escribano echa un borrón”. Pero procuren o procuremos  tener a mano un buen "secante" o la habilidad para salir airosos del trance…  

Por Ricardo Bajo León.

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