viernes, 28 de febrero de 2014

30 años no son nada para un carnaval.

 Diversos eran los puntos de interés cultural anoche en la Axarquía que provocaron una agenda más que apretada y la única solución de picotear en cada uno de ellos sin poder disfrutar plenamente de ellos. En primer lugar la mesa redonda con algunos de los periodistas comarcales que se reunieron en Torrox para tomarle pulso a la situación del periodismo local y la figura del periodista en estos momentos ciertamente confusos e inquietos. Más tarde en Vélez Málaga proyección de varios cortos con el denominador común de la participación como protagonista de José María Rico, entre ellos 3 meses, 12 semanas, 90 días, que dirigí en el 2012. De vuelta a Nerja me dio tiempo a disfrutar al menos de la actuación de la murga nerjeña, Los que pasan de los 30, reaparición de una agrupación local dentro del carnaval nerjeño tras un par de años de ausencia. No puede asistir ni al pregón de Elena  Gálvez Calvente, que por las redes sociales señalan con comentarios muy positivos ni al merecido homenaje y reconocimiento a la labor de Damián Bueno dentro de la organización de estos festejos en honor a Don Carnal, que este año cumplen la treintena en nuestra localidad desde su recuperación tras la dictadura de Franco.



La murga nerjeña se unió a esta conmemoración haciendo un recopilatorio de las coplillas y letras que durante todos estos años, el grupo encabezado por Paco Retamero y José María Rivas entre otros, han puesto en escena carnaval tras carnaval. Así los disfraces también eran una selección de los tipos que han sido su segunda piel previa a la Cuaresma. Pero no solo subieron al escenario los miembros de la murga sino que estuvieron acompañados por el Charrán, figura emblemática del pasacalles y el entierro del Chanquete por la originalidad e imaginación desplegadas en sus disfraces. Allí estaba vertido de dama sureña, no del sur de España sino del sur de los Estados Unidos de América, que incluso se atrevió a contar un chiste, rodeado de diablos, veraneantes playeros, cirujanos, barbudos embarazados, tunos tunantes, vikingos y demás fauna carnavalera. Fueron momentos de irreverencia, escatología, donde los antiguos dos rombos televisivos podrían aparecer en muchos instantes, esto es carnaval, tiempo de carta blanca antes de los viernes de vigilia. Esperemos que este autohomenaje no se quede ahí, sino que las agrupaciones locales sigan teniendo su presencia en estas fiestas.


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