No todo en el pop son luces de neón, no son diseños cool, no es el ritmo endiablado ni el culto a la belleza frívola ni a la modernidad. Hay sitio para el relajo, para mirar cómo se bambolean las hojas en la brisa fría de finales de año o repasar cuántos tipos de azules somos capaces de nombrar en un día calmo del Mediterráneo o comprobar si atardece más o menos temprano que ayer. Algo de eso tienen las canciones de Nacho Umbert, postales risueñas desde el lado plácido, sonrisa socarrona del que se fue y volvió, del que no tiene nada que demostrar y mucho que contar, del que cura heridas de desamor con tiritas musicales, del que te mira a su alrededor y no monta asambleas sino que garabatea estrofas. Yo me encuentro todo eso en Nacho Umbert, no sé si encontraréis lo mismo en este Una chica espectacular.
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