Las notas del piano de Richard Clayderman me acompañan en esta tarde otoñal, fría y lluviosa. Dos estados emocionales, nostalgia y melancolía, se apoderan de mi. Los días más cortos hacen que el ánimo se resienta. La luz es compañera inseparable de las gentes del Sur, testigo muda de nuestras vidas, reflejada por tantos pintores en sus lienzos, motivo de coplas y versos… Pero no echamos cuenta de ella hasta que nos falta. En las estaciones en las que la luz, los colores y el aroma son una constante, nos acordamos de los grises cielos del otoño e invierno, no porque sintamos nostalgia de ellos, sino como un descanso a tanta luminosidad.
Mirando a las musarañas no se puede escribir, pero sí vagar por sueños e ilusiones pasadas y venideras. Este tiempo otoñal es el complemento perfecto para poner en practica el leitmotiv de ese mirar a las musarañas: abstraerte y sustraerte del día a día, de la noticia, del telediario, de la información escrita y hablada. Sólo la música sin palabras es la que me anima y reconforta. Una a una van sonando las melodías de ese CD que reproduce lo que otros en otro momento interpretaran.
La imaginación es libre y personal, cada cual imagina situaciones y momentos irreales o fantasiosos. Esas situaciones te hacen, me hacen ser feliz. Se ha dicho infinidad de veces y se seguirá diciendo: “¡La imaginación al poder!”. Pues soñemos e imaginemos sin otra pretensión que la de ser felices.
Yo quiero soñar e imaginar egoístamente para ahuyentar mi nostalgia y mi melancolía. Llueve y llueve, la noche se viene y la música suena.
Por Ricardo Bajo León.
Por Ricardo Bajo León.
1 comentario:
¡Me encanta!.....hoy "Mirando a las Musarañas", aparte de gustarme, me ha hecho recordar...sí, siempre es bueno que alguien nos haga recordar, recordar y revivir a través de la nostalgia y la melancolía.............sueños y alegrías!
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