Los olvidados
Escucha las noticias de la televisión mientras cena con la vista fija en el plato. Prefiere no mirar. Lo de siempre. Siguen cayendo bombas sobre los árabes, y van años, ahora les toca a los libios. Está que arde el Mediterráneo y aún no ha llegado el verano. Y hablando de verano, piensa, este año algunos se bañarán en un mar más nuclear, plutonio y otros radiactivos made in Japan. Se enciende un cigarro, de momento no le han prohibido fumar en casa. Empiezan los deportes y apaga el televisor. Nada, un día más y nada, ninguna noticia sobre ellos, y son miles, cientos de miles, quizás millones, solo en España, estigmatizados, repudiados, arrumbados en bares y hoteles y restaurantes, víctimas de una ley antitabaco que no pensó en ellos. Pobres seres solos y olvidados en cualquier rincón, al fondo de un armario, cogiendo polvo, condenados a una existencia sin sentido. Ni una palabra sobre ellos en los noticiarios. Y son millones, millones de ceniceros. Apaga el cigarrillo en el suyo y lo contempla con una compasión con la que a veces no puede mirar a los humanos.
Por Ricardo Sanz
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