El último día de playa, como buen playero que se precie, entre los muchos bártulos que se suelen llevar echamos un cubo de plástico, no para hacer castillitos en la arena, no estamos en edad de eso, sino para darle un uso más practico, como es el de ayudarte a quitarte la tierra (que no arena) de nuestras playas malagueñas.
Ese día el cubo permaneció a nuestro lado lleno de agua, no hubo necesidad de usarlo. Al regresar a nuestra casa, y todavía sobre la tierra de la playa, mi santa esposa me invitó a que vaciara el cubo. Ni corto ni perezoso me dirigí con mi ropa de calle al borde del mar a vaciar el "cubito".
¡Qué susto!, me podían haber asignado sin recomendación una habitación, también con vistas al mar.
Por Ricardo Bajo León
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