jueves, 19 de enero de 2012

Los candados del amor se enganchan al Balcón de Europa.

Seguramente al dar una siempre reconfortante vuelta por la reola del Balcón de Europa os habréis preguntado qué puñetas pintan allí unos candados cerrados en la barandilla. Hace unos días me fijé y pensé que los enamorados nerjeños o allende de nuestras fronteras habían importado al emblemático lugar nerjeño   la costumbre de colocar un candado con los nombres de los tortolitos. Bonito lugar desde el que se ve el amanecer y el atardecer en todo su esplendor, donde millones de enamorados han dado un paseo, que en tiempos pretéritos fue "pelar la pava". Ahora para algunos, parte de los ritos amatorios en la adolescencia consiste en irse a una ferretería, previa lectura de un libro de Federico Moccia, que ha generado con sus textos este comportamiento, comprarse un candado, escribir sus nombres y engancharlo en algún lugar con encanto, véase puentes o miradores, como es nuestro caso. Lo que ya no sé es si tiran la llave a tomar viento o si alguno precavido se la guarda por si las moscas.






2 comentarios:

Dori dijo...

¿Qué manía es esa de ponerle candados al amor? El amor que se cierra con llave no es nada valioso,se convierte en atadura, el amor sin LIbertad no es nada.

No me gustan esos candados.

Anónimo dijo...

No me gustan estos candados,tanto por lo que significan como por lo que ensucian.pipi.