domingo, 3 de julio de 2011

Mirando a las musarañas (25) - Y no estaba muerto.


El pasado 23 nos enteramos de la muerte de Peter Falk, el inolvidable teniente Colombo. En fechas recientes, haciendo zapping en las numerosas cadenas de televisión que podemos sintonizar por TDT, me tropecé con el teniente Colombo. Con quien veía la televisión retuve el zapping, y me quedé viendo las peripecias, la investigaciones para averiguar cualquier hecho delictivo, siempre de una manera diferente y divertida.

Ahora nos llegaba en color, cuando su pase hace algún tiempo por nuestras pantallas fue en blanco y negro. Un personaje que cautivó a los telespectadores por la voz de su doblaje, por su aspecto desaliñado, siempre con su gabardina desarrapada y llena de manchas, por el coche que utilizaba para desplazarse y por el morbo añadido de su ojo de cristal.

De no haber utilizado el mando para moverme por las diferentes cadenas, la noticia de su muerte hubiera sido como una más en este desfile de artistas que van desapareciendo de nuestras vidas,  aunque muchos lo hicieran con antelación a su desaparición física. Tanto mi santa esposa como yo, el ver de  nuevo a Colombo nos hizo comentar sobre la fecha de su muerte-¡Este hombre hace unos años que murió! Lo matamos antes de tiempo. No estaba muerto, ni tampoco de parranda, como dice la canción. Las reseñas de su muerte nos hacen saber que en los últimos años padecía Alzheimer. Triste y raro final para quien tuvo que retener textos, por lo tanto ejercitar la memoria, cosa que recomiendan los médicos para mantener alejado el padecimiento.  Y ya vemos que quienes por su profesión deben  memorizar no están exentos de contraer la enfermedad. Cosas de los inescrutables caminos de las enfermedades.


Con la noticia de su muerte nos enteramos de su trayectoria profesional y de sus aficiones. Consiguió cuatro premios Emmy, fue nominado a un Oscar como mejor Actor Secundario y también era un cotizado pintor. Todo me hizo pensar en cuántas personas hemos matado antes de tiempo, por el olvido o por falta de protagonismo.

No caigamos nosotros en el olvido,  ni perdamos protagonismo.


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