Creía, y muchos como yo también, que la palabra prohibir que con tanta frecuencia oíamos en nuestra niñez, y que tantas veces hemos visto en papel impreso o como un graffiti de estos tiempos en paredes, pasaría a ser como una de esas palabras muertas por desuso en nuestro vocabulario y usada solo en momentos puntuales.
Foto extraída de aquí.
Hoy, de una manera casi sibilina, nos prohíben lo más insospechado cuando ya creíamos que el prohibir había quedado en el olvido. Hace unos días nos dimos un riego de amistad por aquello de cultivarla desayunando tejeringos con chocolate y otros, para combatir la acidez, con un descafeinado. Entre nuestras charlas y risas no caímos en leer el cartel de prohibido más folclórico y costumbrista que jamas he visto y leído: PROHIBIDO VENIR EN "BOITINE" Y ZAPATILLAS DE CASA. Se encontraba colocado en una de las columnas del salón del Café. Cuando uno de los amigos nos lo indicó, no salíamos de nuestro asombro. Nos miramos y todos dijimos ¡Qué arte!. Apuramos más de lo habitual el chocolate y el descafeinado, por ver si se producía la aparición de una "Boitine" o cuando menos, unos rulos bien colocados en una hermosa cabellera. Pero la prohibición ha surtido efecto, no apareció ninguna vecina en bata.
Cultivemos nuestra amistad en "Boitine" o en zapatillas de andar por casa y los caballeros con un batín de Madofa. Que el jardinero nos siga convocando.
Por Ricardo Bajo León
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