jueves, 25 de abril de 2013

En los libros todos amamos la versión original de los cuentos de hadas.


¿Cómo eran los niños de los siglos XVIII y XIX? ¿Había infancia? Había niños, eso está claro, pero, ¿alguno de ellos vivió una infancia? A tenor de los cuentos que escribieron Hans Christian Andersen, Charles Perrault y los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, no. Parece que el objetivo de estas narraciones no era ayudar a los peques a dormir tranquilos y tener felices sueños, sino ir enseñándoles de qué iba a ir su vida. Así que estos autores no se ahorraron ni un detalle e incluyeron en sus historias un catálogo preciso de todo el horror que uno puede encontrarse. Sin censura. Aún faltaba mucho para la Declaración Universal de los Derechos Humanos y específicamente para la de los derechos del niño, y posiblemente estos cuentos ayudaron a hacerles crecer más rápido, más despiertos, más recelosos. Siglos después apareció Disney, y no es que suavizara estas historias clásicas, es que les ha dado la vuelta como a un calcetín. Sangre, asesinatos, violaciones, incesto. Todo esto podemos encontrar. Aquí les dejo una selección de cuentos infantiles para mayores de 18 años.
Ilustración extraída de aquí.
 Cenicienta, cuento favorito de casi todas las niñas (qué daño hace, por otra parte) se lo debemos a los hermanos Grimm: Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859). Los orígenes de la adorable Cenicienta no fueron tan adorables en su versión original. Toda la crueldad que la pobre Cenicienta tuvo que sufrir a manos de su dominante madrastra no fue del todo inmerecida: la siniestra Cenicienta consigue asesinar a su primera madrastra para que su padre se case con el ama de llaves. Supongo que Cenicienta no contaba con que las seis hijas de la ama de llaves se mudaran a la casa o con la interminable lista de deberes que eso implicaba. Lección que nos enseña el cuento: Más vale malo conocido que bueno por conocer.
 Hansel y Gretel (Grimm): Este cuento de hadas comienza casi igual que el que conocemos todos: Una pareja de hermanos se pierde en el bosque y llegan a una casa donde quedan atrapados en jaulas: van a ser cebados para ser comidos. Pero en esta versión no es una bruja malvada la que captura a los niños, sino el mismísimo Diablo y su esposa. El Diablo fabrica un caballete aserrado para que el niño pequeño sangre hasta morir y se va a dar un paseo, diciéndole a la niña que ponga a su hermano en el caballete aserrado antes de que vuelva. Los pequeños se hacen los confundidos y le piden a la esposa del Diablo que les muestre como deberían poner al niño en el caballete aserrado. Cuando ella les enseña cómo, ellos la amarran y le cortan la garganta. Luego se roban todo el dinero del Diablo y se escapan en su carruaje. El Diablo los persigue tras descubrir lo que los niños habían hecho, pero muere en el proceso. Lección que enseña el cuento: En defensa propia vale lo que sea.
 Blancanieves: Al final de la versión original, escrita cómo no, por los hermanos Grimm, la perversa reina es fatalmente castigada por intentar asesinar a Blancanieves. El método que usaron para castigarla fue de lo más innovador: La malvada reina fue obligada a bailar usando un par de zapatos de hierro al rojo vivo hasta que cayera muerta. Lección del cuento... Por lo menos tiene dos. Para Blancanieves: No te fíes de desconocidos, y menos si traen regalos. Para la madrastra: Aprende a envejecer con dignidad.
 La Sirenita: Seguramente están familiarizados con la versión de Disney de la historia de la sirenita, en la que Ariel sale del agua para casarse con el hombre de sus sueños gracias a la ayuda de su amigo, el cangrejo Sebastián y pese a las trampas de la malvada bruja del mar. En el cuento original de Hans Christian Andersen, sin embargo, la protagonista solo puede pisar tierra para estar con el apuesto príncipe si acepta beber una poción que la hará sentir todo el tiempo como si caminara sobre cuchillos. Enamorada como está, ella bebe la poción. Tal vez crean que este acto de amor verdadero sería suficiente para que nuestra protagonista se casara con su príncipe y vivieran felices para siempre, pero no. El príncipe se casará con otra, y la pequeña sirena, rota de dolor, se verá en una encrucijada: podrá volver al mar, pero para ello deberá matar al príncipe o podrá dejar vivir a su príncipe, pero entonces ella deberá morir convirtiéndose en espuma. Lección del cuento: es terrible el despertar de los sueños imposibles.   
 En Caperucita Roja,  Perrault, no nos regala un final feliz. En el cuento  original, el lobo se come a la abuelita y a Caperucita sin que aparezca ningún leñador para salvarlas: "Abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes! "Son para comerte". Y diciendo estas palabras, el malvado lobo se arrojó sobre Caperucita y se la comió. FIN.  Perrault quiso dejarle claro a las niñas qué consecuencia terrible tiene dejarse engañar por un lobo (y no hay que engañarse a una misma: si tiene orejas de lobo, aliento de lobo y dientes de lobo, es un lobo. Y eso se nota, por muy disfrazado que llegue). 
 Y llegamos al número uno de los cuentos clásicos gore: La Bella Durmiente. La primera versión data de 1636 y corre a cargo de Giambattista Basile, bajo el título de "Sol, Luna y Talía". Talía es la hija de un gran rey. Sabios y astrólogos advierten al rey de que su hija corre el riesgo de morir por una astilla envenenada oculta entre el lino. El rey prohibirá la entrada de lino en su palacio oculto en el bosque, pero su hija encontrará una rueca, se clavará una astilla y caerá en un profundo sueño... Hasta aquí, todo normal. Es a partir de este momento cuando la cosa cambia: un noble que suele cazar en el bosque llega al palacio encantado, encuentra a nuestra princesa, queda prendado de su belleza, intenta despertarla, no puede, la besa, la pobre sigue sin despertarse y ya, viendo que no había forma, "mantiene relaciones sexuales" con ella. Nueve meses después nacen gemelos: Sol y Luna. Un día, uno de los niños, mientras intenta mamar del pecho de su madre, chupa accidentalmente del dedo y le extrae la astilla, despertando a nuestra princesa. Pasa el tiempo y el joven príncipe, recordado a nuestra Talía, decide darse otra vuelta por palacio y cuál es su sorpresa cuando la encuentra despierta y con dos niños. El noble reconoce a sus hijos, le explica a Talía lo que ha pasado y ella decide seguir con él.  Tras una semana de amor apasionado y total, el príncipe se va. Lo que no le dice a Talía es que se va a su casa, con su esposa. Ahora viene otra parte buena, buena: El príncipe habla en sueños. Su mujer se entera así de toda la historia y se coge tal rebote que manda al cocinero de palacio a que secuestre a los bastardos, los degüelle y prepare un estofado con su carne. A Talía se conforma con quemarla viva. La esposa explica a su marido que ha quemado viva a Talía y que durante la comida se ha comido a sus hijos. En ese instante, el noble ordena que su esposa y el cocinero sean quemados también en la hoguera. Sin embargo, Talía no llega a morir y el cocinero explica que ha sido incapaz de hacer daño a los niños y los ha sustituido por carne de cabra. El príncipe y Talía se casan y el cocinero asciende a tesorero real. La enseñanza de este cuento he de confesar que se me escapa.
Por Rita Sánchez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Rita, seguramente todos los que te hayan leído, que serán muchos, habrán exclamado ¡Estos no son mis cuentos!. Pero bueno, es aprender cada día cosas nuevas.

Raya dijo...

No nos hacemos una idea real del daño que la Disney le hace a los niños, pero todavia es peor en los preadolescentes.