domingo, 14 de abril de 2013

Mirando a las musarañas (118) - Viviremos con ellos.


Hay semanas en las que se suceden acontecimientos beneficiosos y alegres que nos hacen elevar el ánimo. Y en otras, los sucesos y acontecimientos nos sumergen en un estado de desanimo que cuesta trabajo superar, y que durante un período de tiempo  no acompañará.

A veces las vidas se solapan con las de otras personas y hacen que gente con mucha valía pase desapercibida por su coincidencia en el tiempo con otra vida. En la muerte ocurre igual, gente con una gran trayectoria a lo largo de su vida, y que en el postrer momento serían primera pagina, abrirían los telediarios y  tema de editoriales, pero la coincidencia con otra muerte la relega a un segundo plano. Eso ha sucedido con María Antonia Abad, Sara Montiel en los carteles y en los títulos de crédito de una película. Su fallecimiento, por otra parte inesperado, ha coincidido en el tiempo con la muerte de Margaret Hilda Thatcher-La dama de hierro- y con la de José Luis Sampedro. Por lo que la noticia de la muerte de la que fuera mito erótico de la Dictadura no ha tenido la repercusión debida en todos los medios de comunicación  por esa coincidencia. 

El último cuplé, una de las películas más taquilleras del cine español, y vedada su visión durante mucho tiempo para los jóvenes por aquello de la calificación por la censura 4R-apta sólo para mayores-, me hace recordar aquel año 1957, en el que las conversaciones de mis mayores, tanto en el ámbito femenino como en el masculino, giraban en torno a una  sensual y guapísima Sara Montiel. La prohibición de su pase en los cines por unas semanas acrecentó más el interés por verla. El bulo popular hizo correr que el motivo no era otro que la sensualidad de Sara Montiel.  Cuando en realidad fue por una demanda interpuesta en un juzgado de Palma de Mallorca por un príncipe ruso que se vio representado en un personaje de la referida película, poniendo en entredicho su honestidad. Sara fue interprete de muchas películas y de los sueños de muchos.


Sí, la perdida de una gran  estadista, una artista y un sabio, es un mal trago. No menos es la perdida y el punto final de un sueño, no erótico, sino deportivo en este caso. En la ciudad alemana de Dortmund el equipo del Málaga, de una forma vergonzosa y desgraciada, dejó de soñar con lo que hasta faltando tres minutos del final de la prorroga, parecía no un sueño sino una realidad.

En esta ocasión, no hubo otra coincidencia ni acontecimiento que tapara la noticia, para bien de la afición malaguista.

Viviremos con ellos ese mal trago.   

Por Ricardo Bajo León

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