domingo, 23 de enero de 2011

Mirando a las musarañas (3) - El discurso del Rey.

No me voy a referir al discurso del Rey de la pasada Nochebuena y tomar el enunciado como hilo conductor para referirme a la broma de una emisora catalana a su Majestad D. Juan Carlos, por otra parte inoportuna a la que el Rey supo corresponder con su peculiar estilo.

La película que bajo ese titulo se proyecta en las pantallas de nuestros cines, y según mi modesta opinión de aficionado al cine, seria candidata al Oscar de este 2011,  me ha hecho recordar una anécdota que mi madre nos contaba en las tardes noches del frío invierno antequerano. Entonces nuestra distracción era escuchar la radio o estar atentos a las historias que nuestros mayores nos contaban al calor de un brasero, sentados alrededor de la mesa de camilla.

La historia de este largometraje se basa en el problema de la tartamudez que acuciaba a Berti. Este llegaría a ser coronado con el nombre de Jorge VI, rey del imperio británico y padre de la actual reina Isabel II de Inglaterra. La trama está llevada de una manera sublime y engancha al espectador. En ella el educador del lenguaje y mal llamado doctor Lionel Logue, utiliza una terapia poco ortodoxa, pero que al final alcanza el fin deseado dar, fluidez al lenguaje de Berti.


En las primeras décadas del siglo pasado, en la fértil vega antequerana y en uno de sus innumerables cortijos, se produjo un incendio. Sin los medios propios para sofocarlo y con la ayuda de las gentes de los cortijos colindantes, se pusieron en la infructuosa tarea de apagarlo, no sin pedir refuerzos a la cercana Antequera. Dispusieron de enviar a un peón para dar la voz de alarma, sin caer en la cuenta de a quién habían encomendado la misión era tartamudo. Cuando llegó exhausto, nervioso y con su problema, no daba pie con bola para comunicar lo que ocurría en el cortijo. El propietario lo tranquilizó y le dijo a Frasquito, así se llamaba el peón, -Dinoslo cantando-, (una de las terapias usadas por Logue en la película para dar continuidad al discurso de Berti) y Frasquito entonó la siguiente cancioncilla "Ay Sr. D. Juan Fuentes, Ay Sr. D.Juan Fuentes, el cortijo está ardiendo y olé, mande Ud, gente".

Historias contadas en aquellas noches del frio invierno antequerano.

Por Ricardo Bajo León.

2 comentarios:

Paula Dominguez. dijo...

Mi familia paterna cuenta con algunos miembros con este problemilla. No llega a ser una tartamudez grave, pero sí que nos "atrancamos" mucho. Mi padre es el único de los hermanos que no lo hace, yo creo que su afición a la lectura tiene algo que ver. Bueno, yo misma me atranco muchas veces. Hace tiempo, mi hermana pequeña tuvo un novio que era tartamudo. El chico, muy majo, muy guapo, muy simpático, utilizaba su defecto con mucha gracia, incluso para hacer reir a los demás, sin complejo ninguno. Al rato de presentármelo, yo muy graciosa también, (me disculpan mis inocentes 18 años) voy y le digo: "Tú... tú... tú... tú... Tú eres tartajoso, ¿no?". Por supuesto, nos hartamos de reir.

Dori dijo...

Muy bueno, Ricardo, impaciente por leer e e e e e e el siguiente.